Nos levantamos a las 8:30. Después de ducha y desayuno, salimos. Hoy toca ver playas paradisíacas, como por ejemplo el Algar de Benagil.
Cuando llevamos unos cuantos kilómetros, nos damos cuenta de que no llevamos dinero ni documentación. Toca darse la vuelta, menuda faena.
Ahora sí, tiramos hacia las playas, buscando la joya, que son las Grutas de Benagil.
Se encuentra muy cerca de algunas localidades importantes como Portimao (15 kilómetros al oeste) o Albufeira (25 kilómetros al este). Existen varios accesos para llegar a Benagil. Lo más habitual es tomar el desvío en la localidad de Lagoa (14 kilómetros al norte) desde la carretera N-125. Una vez en Lagoa tomamos la carretera EM-1154 y en pocos minutos estamos.
Primera salida, Praia do Carvalho. El acceso a esta playa se realiza a través de un túnel excavado en una pared rocosa donde podrás observar una gran cantidad de fósiles marinos incrustados. El túnel fue excavado por el hombre, y cuenta también con varios pórticos y hasta un espacio para un bar, en plena pared del acantilado.
El barranco que precede a la playa es muy frondoso y en él se pueden ver especies vegetales como la sabina, el lentisco o el palmito, la única palmera nativa de Europa.
El GPS nos mete por un camino de tierra, hasta que vemos aparcados coches. Nos bajamos y seguimos a la gente. Llegamos hasta la parte de arriba de la playa. La vista es maravillosa y el color del agua con diferentes tonalidades de azules y verdes. Hacemos unas fotos y disfrutamos un rato.
Nos vamos a buscar de dónde salen los barcos que te llevan a visitar las diferentes calas y grutas que hay a lo largo de la costa.
BENAGIL
Llegamos a Benagil. Está hasta los topes. Vemos en la playa casetas de los barcos que te llevan a las excursiones. Jorge me deja para que vaya mirando precios y horas. Hay una caseta, en la que las barcas son las tradicionales, cuesta 20€ y te enseñan 20 grutas en 1 hora. Al lado hay otra, con embarcaciones mejores, misma ruta, 1 hora son 20€, 1h 30 min son 30€. Los niños pagan la mitad.
También se pueden alquilar kayaks, dobles o individuales. 20€/persona, 80 minutos. Tenemos suerte que sale un coche. Bajamos a reservar. La de los botes tradicionales está completo. Miramos con la empresa Taruga, y nos ofrecen una de 1 hora a las 3 de la tarde (son las 12) y una de media hora que sale a las 13 horas, este solo visita 8 grutas, nos dicen que están probando este tour para ponerlo el año que viene. Cogemos esa, porque que hacemos hasta las 3? Una pareja de Huelva que acabamos de conocer van a hacer el mismo, así que nos dan un ticket para los 4.
Tenemos tiempo de dar un paseo, aunque la pareja se van a dar una vuelta por el pueblo y nosotros nos apetece más dar un paseo por los acantilados. Quedamos en 45 min. en la playa.
Subimos hasta el parking, de allí salen caminos para recorrer los acantilados por la parte de arriba. Encontramos el famoso agujero de la playa de Benagil, pero esta vez somos nosotros los que miramos hacia abajo.
Es impresionante cuando se pone a jugar la madre naturaleza, las cosas increíbles que es capaz de hacer.
Paseo viendo el color turquesa del mar, los acantilados, la gente disfrutando…
Hace bastante calor, así que volvemos tranquilamente.
Llegamos pronto, toca esperar.
A las 12:55 se acerca una chica de la empresa y nos dice que nos descalcemos. Se acerca la lancha motora y montamos, el agua está muy, muy fría. Somos la mayoría españoles. Nos ponemos los chalecos salvavidas y empieza el disfrute.
Primera parada, El Algar o Gruta de Benagil. Un pequeño emplazamiento abierto al mar, rodeado de cuevas escondidas que solo se pueden descubrir a bordo de algún tipo de embarcación.
Una gruta que cuenta con una playa en su interior y una apertura en el techo que deja pasar los rayos de sol. Te deja sin palabras.
Esta considerada como una de las playas más bonitas del mundo.
Aquí estamos unos 10 min. El trasiego de barcas es continuo.
Salimos por la otra abertura y seguimos por la costa. Acantilados y formas caprichosas que ha esculpido el mar.
A alguna de las grutas nos acerca para que la veamos. Pasamos junto a la playa de Corredoura.
Y en otras nos adentramos en ellas, como la siguiente, que nos mete hasta el fondo y vemos que tiene también un tragaluz.
Al salir de esta nos dice que miremos arriba, pues hay unas rocas que forman lo que parece un cocodrilo.
Seguimos viendo calas y llegamos hasta la Playa de Marinha. Un conjunto de gigantescos bloques desperdigados o juntos formando arcadas dentro del mar, forman un lugar precioso.
Según nos acercamos nos dice que miremos un conjunto de de rocas que parecen un elefante. Y la verdad es que si lo parece.
Nos mete por todos los recovecos para que veamos todo bien y tengamos diferentes perspectivas para hacer fotos.
La vuelta es rápida y divertida al ritmo de una canción poco conocida, «Despacito».
Ha sido una experiencia totalmente recomendable. Y el chico que llevamos como patrón muy majete y enrollado. Eso si no bajas de la barca en ningún momento. Pero tampoco vimos a nadie de otras barcas hacerlo. La única pega de esta zona es la cantidad ingente de personas que hay. Si esto es así a mediados de septiembre, no queremos saber lo que puede ser esto en julio o agosto.
Decidas la opción que elijas, no dejes de vivir la experiencia, no te equivocarás con ninguna.
Nos vamos ya, este lugar es demasiado turístico y los precios de los restaurantes se notan, a modo de ejemplo decir que, una cerveza grande cobran 4,5€.
PORTIMAO
Cogemos el coche y nos vamos hasta Portimao. Nos acercamos a un centro comercial, pues necesitamos hacer algunas compras y comemos allí ya que hay un montón de restaurantes de todo tipo donde elegir. Nos pedimos unos platos combinados.
Queríamos acercarnos a Lagos, ya que nos han hablado muy bien de éste pueblo. Pero entre que se va haciendo tarde y varias obras que pillamos en la carretera, cambiamos el destino a Sagres.
SAGRES
Es famosa por haber vivido allí, de 1457 a 1460, el infante Enrique el Navegante, lo cual dio lugar posteriormente al mito histórico de la denominada Escuela de Sagres, supuesto centro de estudio de navegación y astronomía del cual sin embargo muchos historiadores dudan de su existencia.
Vamos directamente hasta la fortaleza. Hay un gran parking gratuito donde dejar el coche. Tiene un aspecto bastante sobrio y solo tiene un lado de muralla, ya que los propios acantilados hacen de muralla natural. Nos acercamos hasta la puerta. Cuesta 3€ la entrada. Nosotros no entramos, primero porque viendo algunas fotos aéreas dentro no tiene casi nada y porque además queremos ir a ver el atardecer al Cabo de San Vicente y la hora se nos echa encima.
Damos un pequeño paseo por los alrededores asomándonos a los acantilados y disfrutando de las maravillosas vistas que nos regala el lugar. Una panorámica a lo largo de la costa, con especial mención a las ensenadas de Sagres por un lado y por el otro el Cabo de San Vicente.
Estos escarpados acantilados son constantemente batidos por el viento.
Hay que tener mucho cuidado con acercarse a los bordes, el viento es bastante fuerte y los riesgos de caerse no son ninguna broma.
Nunca imaginé que el Algarve era esto, siempre pensaba cuando oía hablar de esta región portuguesa que aquí era todo turismo playero, sin muchos mas alicientes que tirarte panza arriba en la toalla de alguna playa y sentarte en un chiringuito a tomar unas cañas. Me alegro estar equivocado, pues a mi no me gusta ese tipo de turismo y si tú que estás leyendo estas lineas pensabas igual porque no lo conoces, prepara una escapada porque te vas a sorprender de todas las maravillas que te aguardan. Mucha gente se va al caribe buscando playas paradisíacas de aguas turquesas y las tenemos muy cerquita.
CABO DE SAN VICENTE
Nos vamos al coche en busca de la mejor guinda para acabar el día, ver atardecer en el Cabo de San Vicente.
Una recomendación, traeros ropa de abrigo porque el fuerte viento hace que la sensación térmica baje muchos grados.
La gente estaba con cazadoras de invierno, bueno todo el mundo menos yo, que estaba en manga corta. Los que me conocéis ya sabéis que tengo el termostato roto. Pero tengo que reconocer que hacia bastante frío.
Es el punto donde se creía en la antigüedad que se acababa el mundo.
Como curiosidades comentar que durante el siglo XVIII se desarrollaron aquí varias batallas entre la Armada Española y la Flota Británica, casi siempre con victoria para los británicos. Y también que, cuando se produjo el famoso terremoto de Lisboa en 1755, este lugar sufrió el azote de varios tsunamis.
Hay un pequeña fortaleza visitable y un faro. Cierran a las 18:00 horas, así que nosotros no la podemos ver. Dentro hay un pequeño bar y nos llama mucho la atención ver que los baños tienen unos tornos para entrar, previo pago de unas monedas, curioso. Vemos también una estatua muy moderna en honor a San Vicente.
Las vistas desde aquí son increíbles. El viento hace que tengas que sujetar fuerte la cámara o el móvil para hacer una foto y no salga volando.
Nos separamos un poco del faro para ver el atardecer. Centenares de personas en diferentes puntos con cámaras o móviles en la mano capturando un momento mágico.
No se que tienen los atardeceres y amaneceres, que a todos nos eclipsan. La verdad es que ha sido uno de esos instantes imborrables que se quedan para siempre en nuestras retinas.
Con tantos cientos de coches, os podéis imaginar el atasco que se forma para salir de allí. El aparcamiento es gratuito y a parte todos van dejando los coches (nosotros no vamos a ser menos), a ambos lados de la carretera. Unos cuantos autobuses también.
Ya de noche, 75 km. nos separan del camping. Despacito y tranquilos en poco más de 1,15 horas llegamos.
Solo queda preparar la cena y descansar.
Besos y abrazos según corresponda.
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