Para completar el recorrido del día que tenemos por delante, madrugamos bastante. Nos planteamos como mínimo: visitar Nikko y después, en Tokyo, ver algún barrio más si todavía venimos con fuerza.
Esta visita es una de las más famosas, si no la que más, que se pueden hacer desde Tokyo.
NIKKO
Nikko es una localidad que conserva un patrimonio extraordinario. La historia de esta localidad se remonta a hace más de 1200 años cuando el sacerdote budista Shodo Shonin de camino al monte Nantai fundó el primer templo. Siglos después Nikko se había convertido en un famoso centro religioso budista sintoísta.
Para llegar tenemos que coger el Shinkansen desde Ueno hasta Utsunomiya y aquí desde una estación de trenes local de la línea JR, alcanzamos el pueblo de Nikko. No conformes con el transporte que habíamos cogido, nos queda el autobús en la línea 1A, que nos lleva, por 180 yenes, hasta la parada que permite el acceso al puente Shinkyo, puerta a la zona de los santuarios. Cruzar el puente original cuesta 300 yenes. Nosotros cruzamos por el que hay justo al lado, es gratuíto y además permite unas fotos mejores.
Desde aquí y gracias a la coincidencia en el autobús con Iván y Bea, una pareja genial de Madrid, empezamos a movernos con un callejero que traía él. Lo primero después de orientarnos y subir hacia la zona de los templos, es comprar el billete combinado, 1000 yenes, con acceso a los cinco edificios más importantes: Rinno-ji, Santuario Tosho-gu, Jogyo-do, Hokke-do y Taiyuinbyo. Este conjunto de santuarios también está declarado Patrimonio de la Humanidad.
RINNO-JI
Rinno-ji es el primero de los templos que funda Shodo Shonin en el año 766. Lo más importante de su visita es el Sanbutsu-do o santuario de los tres budas. Este edificio está en obras, se puede recorrer visitando los expositores con las diferentes piezas que muestran.
SANTUARIO DE TOSHO-GU
El Santuario de Tosho-gu es un edificio impresionante. Aquí ha sido el momento donde más público nos hemos juntado para una visita. En realidad es un Mausoleo también. El trabajo de decoración que tiene el edificio es majestuoso. Es una de las referencias del conjunto monumental de Nikko.
En el Santuario de Furata San nos dejan entrar en el recinto, pero no visitar el interior.
SANTUARIO DE TAIYUINBYO
Seguimos hasta el Santuario de Taiyuinbyo, otra de las joyas del conjunto. Fue completado en 1653, es un mausoleo construido por el poderoso tokugawa Iemitsu. Todo el conjunto de edificios son monumentales: La puerta Yashamon, la Puerta Niomon, el Haiden, el Honden, etc.
Sin lugar a dudas Nikko a nivel arquitectónico y artístico ha sido lo que más nos ha gustado de todo lo que llevamos visitado en Japón.
Detenemos nuestro camino para comer, lo hacemos en la zona de la parada de autobuses que hay después del puente Shinkyo. El restaurante que hemos elegido está bien, relación calidad-precio buena. En esa zona hay otro par de ellos imaginamos que todos serán parecidos.
Después seguimos hacia la zona conocida como el abismo o las pozas Ganman-ga-fuchi. Los ríos de lava de una antigua erupción del Monte Nantai, combinados con las aguas limpias del río Daiya, han formado unas bellas y atípicas pozas que los budistas consideran sagradas. El sendero que va junto al río está flanqueado por unas 70 estatuas de piedra de Jizo, el bodhisattwa de los niños. Se conocen como las estatuas fantasmas, porque siempre parecen variar en su número.
Volvemos al puente por la carretera que nos ha permitido acceder a la garganta, aunque esta vez no cogemos el autobús de vuelta, 20 minutos, vamos dando un paseo. No tiene nada destacado. Con esta última visita vamos regresamos a la parada de trenes para hacer el recorrido a la inversa, a Tokyo.
Nuestro segundo día en Tokyo y a la vuelta de Nikko aprovechamos para visitar la zona de Odaiba. Esta parte de la ciudad es un espacio artificial. Cuando occidente comenzó a obligar a Japón a abrirse comercialmente en la década de 1850, el sogunato construyó una serie de Daibas (obstáculos) a lo ancho del puerto de Tokyo para mantener a los barcos extranjeros fuera de él. Daiba es una isla que casi bloquea la entrada a la bahía de la ciudad, debe su nombre a las estructuras. Llegar hasta aquí se realiza a bordo de un monorraíl, denominado Yurikamome. Es curioso montar en un tren sin conductor. Esta parte de la ciudad nos permite conocer su playa y las vistas espectaculares sobre el puente Rainbow, que recuerda un poco al de Brookling en Nueva York con estatua de la libertad incluida, ya que en la zona del paseo marítimo han puesto una réplica.
A escasa distancia de donde estamos comentando se encuentra la Tokyo Decks en un centro comercial de cinco plantas con restaurantes, tiendas, Joypolis (un enorme centro Sega con lo último en juegos recreativos y virtuales), un lego park, un museo de cera, etc. Hay una gran cantidad de establecimientos donde pasar el rato.
Por fuera vemos el edificio Fuji TV y disfrutamos del agradable paseo que ofrece esta zona pegada al mar. Desde aquí nos despedimos de Ivan y bea y volvemos al Hotel.
Besos y abrazos según corresponda.
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