A las 04:30 horas suena el despertador, nos levantamos, llamamos a Óscar y a Marina y nos vestimos y esas cosas, y a la media hora bajamos para desayunar, al bajar veo que está todo apagado y no hay nadie. Salgo a la calle y sorpresa esta lloviendo, no puede ser, el día más importante del viaje y lloviendo………… veo a una chica que baja por la calle en medio de la oscuridad y al pasar por mi lado la saludo, pero ella no me había visto y se pega un susto de cuidado, jeje, no lo hice a posta.
Total, que bajan los demás y les digo que no veo donde se desayuna. Me asomo en lo que parecía un obrador de pan y me dicen que el comedor lo tienen bajando la calle, así que descendemos con cuidado por las escaleras mojadas y allí no vemos nada. Todo esta oscuro, andamos hasta la plaza y nada, todo cerrado. Volvemos a la esquina y Beatriz se acerca un poco más allá pues había luz, pregunta y la responden que era al lado de donde estábamos. En eso que se abre una ventana encima nuestro y vemos asomarse al del hostal.
Baja, nos abre y le vemos con una cara de sueño que para que, le habíamos despertado con el hablar en la calle… Menos mal que nos iba a despertar!!!! Bastante enfadados le decimos que se de caña que no llegamos al autobús, nos saca el café, Óscar se mete dentro de la cocina para coger el pan e ir ganado tiempo, pero el otro nos dice que ahora nos lleva todo.
Aparece otra chica, que pensamos seria su hermana y se marcha al hostal a despertar a gente. Seguramente estaría todo el mundo levantado ya, nos trae los panes, mantequilla, mermelada y zumos. Desayunamos rápido y nos vamos atravesando la plaza de armas hasta donde se cogen los autobuses. Al llegar vemos que hay bastante gente haciendo cola y también vemos como se marcha un autobús, y es que según se llena uno se marcha y llega otro y así. Vemos una hilera de autobuses, así que no hay problema en cuanto al transporte, si no coges uno, coges el siguiente.
Nos ponemos a la cola y mientras, Óscar negocia un poncho para protegerse del agua por 3 soles. Al final cogimos el 4º de ese día. En cuanto se llena el nuestro arranca hacia Machu Picchu. Después de unos 2 Km. empieza a subir por una carretera empinada de curvas y contra curvas. Empieza a iluminarse el cielo con el amanecer y apreciamos que hay mucha niebla y los limpias del autobús no dejan de moverse. Al cabo de unos 20 minutos llegamos a Machu Picchu.
MACHU PICCHU
El Valle de Urubamba
Para los Incas el valle de Urubamba es la entrada a la selva, el antisuyu, la amazonia, la tierra de los «chunchos». El río que lo forma tuvo por nombre antiguo Willka Mayu o Río del Sol, y el nevado de cuyos deshielos nace era llamado Willkan Uta o Casa del Sol. Este valle estuvo íntimamente ligado con el culto solar, ya que la palabra Willka es la de tal dios, palabra que antecede en uso al ahora más popular Inti
Antes de la fundación del Tawantinsuyu, en el siglo XV, el valle estaba habitado por pequeños curacazgos. La parte alta la ocupaban los Kanchis, que frecuentemente hacían la guerra a los Collas del altiplano. Más abajo estaban los Ayarmacas, cuyos curacas se hacían llamar Tocay Capac. Hacia la ruta del Cusco, en la actual provincia de Canchis, Pinau Capac tenía bajo su dominio parte del valle del Cusco. En la leyenda sobre el reparto del mundo aparecen como beneficiarios Manco Capac, Colla Capac, Tocay Capac y Pinau Capac. Esto indicaría que en esos tiempos, previos al Tawantinsuyu, eran éstos últimos quienes controlaban el valle de Urubamba o Tampu, como se le conocía en ese entonces.
La palabra quechua tampu tiene varias acepciones: posada, propiedades fuera de la ciudad, el nombre de un valle, un río y una nación. La más usada es la primera, la que se refiere a posada y que se ha castellanizado como «tambo». Se le encuentra en muchos topónimos formando palabras compuestas, como en Limatambo (Posada de Lima), Tambomachay (Cueva de los Tampus), Pacaritambo (o Pakarejtampu = donde aparecieron los Tampus).
La acepción de Tampu como apelativo de nación es usada para nombrar al curacazgo que habitó ese valle antes de los Incas. Tal como es mencionado en las leyendas, fue una de las naciones fundadoras del Cusco (Qosqo), junto a los Maska, Mara y Quillke. Se ha relacionado la leyenda sobre la fundación del Cusco por los Cuatro Hermanos Ayar con las cuatro naciones ya mencionadas. De ese modo, según este mito los Masca estarían representados por Manco Capac (el héroe fundador), los Tampu por Ayar Uchu, Los Mara por Ayar Kachi y los Quillke por Ayar Auca. Uchu significa «ají», y por su clima y altitud, esta planta fue ampliamente cultivada en ese valle, así como la planta de la coca a cuyo tratante se le dice en aymara «tambu-kiru».
Pachacutec fue el primer Inca en salir más allá del valle del Cusco, luego de su épica victoria sobre los Chancas. Parte de sus amplias conquistas incluyó el valle de Tampu, que, a pesar de estar habitada por esa nación, hermana del Cusco, no se libro de su férreo dominio. Por su belleza natural, clima benigno (uno de los mejores de los andes) y rico suelo, lo usó como asentamiento predilecto de la nueva nobleza imperial, engalanando al valle con varias de las más fastuosas ciudades del Tawantinsuyu, como son: Ollantaytampu y Machu Picchu.
Muchos años después (1533), sirvió este valle como refugio y última morada de los Incas de Vilcabamba, que resistieron por algunas décadas someterse al poder español, luego de la conquista del Cusco.
Las Llactas son la mejor prueba del espíritu imperial de los Incas y su afán de dominar permanentemente las naciones que conquistaban. Son éstos grandes asentamientos construidos en la ruta del Capac Ñan (Camino Real Incaico), con la finalidad de controlar y administrar la economía de las diferentes regiones conquistadas. Fueron construidas siguiendo un planificado orden mandado por la necesidad de controlar y retener sus conquistas. En esencia, las llactas fueron ciudades burocráticas donde residían los administradores incas y todos los funcionarios de su ayuda, junto con sirvientes y artesanos.
Picchu (nombre original de Machu Picchu) fue una de estas llactas, pero retuvo para sí un papel especial. Es la única alejada del Capac Ñan y fue construido en un lugar recóndito e inexpugnable del valle de Tampu, en tierras de la panaca de Pachacutec (el fundador del Tawantinsuyu). Fue la más bella del imperio porque fue construida para ser el refugio y morada de lo más selecto de la aristocracia en caso de un sorpresivo ataque. Los caminos que conducían a Picchu eran prohibidos para el común de la población, pues era su ubicación un secreto militar. Los profundos barrancos y agrestes montañas son la mejor defensa natural.
Como toda llacta importante, no dejaron de estar presentes en Picchu un Acllawasi («casa de las escogidas»), un intiwatana (reloj solar, que marca las estaciones del año), kallancas (galpones para los guerreros), baños y acueductos, así como amplias áreas con andenerías.
Finalmente Picchu cumplió con la razón para la que fue construida. Sirvió como refugio a una parte de la aristocracia (en especial de las Acllas -mujeres escogidas para servir al dios sol-) después de la conquista española del Cusco en 1532. Al estar (como ya se dijo) alejado de toda ruta y no ser un centro productor, no recibió el embate directo y destructivo de los nuevos conquistadores. A la captura del último Inca rebelde: Tupac Amaru, debió ser abandonada, pues ya no había razón para seguir viviendo en ella.
Descripción de Picchu:
Está ubicada a 130 kilómetros al nor-oeste del Cusco, en la provincia de Urubamba, en la cresta del cerro Machu Picchu.
Los arqueólogos han dividido Picchu en 3 grandes sectores: (1) Barrio Sagrado, incluye el Intiwatana, el Templo del Sol y la Habitación de las Tres Ventanas, (2) Barrio de los Sacerdotes y la Nobleza (zona residencial) y (3) Barrio Popular, el la parte sur de la ciudad, donde se encuentran las viviendas de la población común.
Todas las edificaciones en Picchu siguen el clásico estilo arquitectónico inca: construcciones con muros de sillares pulidos de forma regular, junturas perfectas entre los bloques de piedra y un ligero talud o inclinación, haciendo que la base sobresalga ligeramente con respecto a su remate. Vanos siempre trapezoidales y uso de hornacinas y esculpidos como ornamentos arquitectónicos.
Picchu puede ser conocida, también, como la ciudad de los andenes, las escalinatas y fuentes de agua. De las primeras, se pueden contar más de un ciento, algunas de las cuales con cien peldaños o más. En algunos casos la escalinata de ocho o diez peldaños ha sido esculpida íntegramente en un solo bloque de roca de granito. En toda el área de Picchu abundan los estanques y fuentes de agua llamadas «pacchas», labradas en piedra e interconectadas por canales y desagües perforados en la roca.
«El Descubrimiento»:
El 24 de julio de 1911 es conocido por ser la fecha del «descubrimiento» de Machu Picchu, por el aficionado a la arqueología y explorador norteamericano Hiram Bingham. Sin embargo, llegar a este día para su principal protagonistas no fue producto del azar. Años antes, Bingham se interesó en las leyendas tejidas en torno a la llacta de Vitcos o Viticos, el último refugio de los incas rebeldes a los españoles en la selva de Vilcabamba, narradas de forma épica por cronistas de esa época.
En 1906 realiza un viaje por la ruta Buenos Aires – Cusco, antiguo derrotero comercial durante la época colonial. Llegando a esta última ciudad se reencuentra con su interés por la legendaria ciudad Inca (Vitcos) y el valle de Vilcabamba. Emprende viaje a la ciudad de Abancay, entrada natural a esa parte de la selva donde supuestamente estaría Vitcos. Allí es informado de la existencia de una ciudad perdida en el «monte» (selva escarpada). Emprende viaje, y los guías locales lo llevan a unas imponentes ruinas que ahora conocemos como Choquequirao.
Bingham no se dejó impresionar, la Vitcos de sus sueños debía ser más imponente aún. Regresa a los Estados Unidos, entusiasmado por el descubrimiento a reunir fondos para continuar con sus exploraciones, logrando conseguir el apoyo de la National Geografic Society y la universidad de Yale, además de dinero entregado por amigos y familiares. Encontrar Victos ya no era solo un interés académico, era una empresa bien planificada.
En enero de 1911, el Sr. Braulio Polo y la Borda, propietarios de la hacienda Echarati, en la localidad de Mandor, provincia de la Convención, departamento de Cusco, tiene como invitado al Sr. Giesecke, por entonces rector de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, a quien le cuenta que toda la zona estaba plagada de ruinas incas (una de ellas, era Machu Picchu). Giesecke, conocedor del interés de Bingham, le escribe, contándole sobre este hecho. Un dato a tomar en cuenta es el libro escrito por el inglés Charles Winner en 1880: «Pérou et Bolivie. Récit de Voyage, survi d’etudes archaéologiques et etnográfhiques et des notes sur l’escriture el las lengues des population indiennes», en donde consigna un mapa con los topónimos de Machu Picchu y Huayna Picchu.
En 1911 Bingham llega al valle de Vilcabamba, pasa por Mandor y contrata los servicios del guía local Melchor Arteaga. El 24 de julio llegan a la cima del cerro llamado Machu Picchu, donde esta la fabulosa llacta inca de Picchu. Bingham la bautizó con el mismo nombre del cerro que la cobijaba y no tuvo dudas que ésta, si era la legendaria Vitcos. Al poco tiempo da cuenta de su descubrimiento.
Luego de este primer contacto con Machu Picchu, Bingham se comunica con Giesecke, quién cuenta el acontecimiento a José Cosio, Secretario de la Universidad San Antonio Abad del Cusco y catedrático de la Facultad de Letras, quien le sugirió organizar una expedición comprobatoria. Este último se comunicó con Enrique Palma, el que le refirió haber visitado Machu Picchu 10 años antes (1902). Partieron en una expedición llegando al lugar el 18 de enero de 1912, encontrando la inscripción que Palma había dejado como recuerdo de su estadía.
Este refirió que en aquella vez encontraron un arrendatario apellidado Meza cultivando en chacras y andenes del sitio arqueológico. Dijo pagar la suma de 12 Soles de Oro al propietario de la Hacienda Cutija. En 1912 los arrendatarios de esas mismas tierras eran los Señores Arteaga y Lizárraga, siendo el primero el que guio a Bingham en 1911.
Encontrado Machu Picchu, la Vitcos de sus sueños, Bingham contrata en los Estados Unidos a una plana de arqueólogos y antropólogos (entre los que destaca G. Eaton) para excavar el lugar.
Con los auspicios del Gobierno del Perú de esos años, y dando clara muestra de su desinterés por el pasado incaico, dan permiso a la expedición de llevarse a los Estados Unidos los objetos encontrados durante los trabajos de esa temporada. Es así que a fines de 1911 se produce un motín en el sureño puerto de Mollendo protestando por la salida del país del material arqueológico. En 1912 se repiten estos sucesos, incluyendo además a las ciudades de Puno, Arequipa y Mollendo.
Había tanta niebla que casi no se veía nada. Nos acercamos a la entrada y en fila íbamos entrando todos. Al entregar las entradas nos dijeron que teníamos que poner el nombre, así que eso fue lo que hicimos. Le cambie a Óscar la chupa mía por su poncho ya que para hacer fotos me era mas cómodo. Era una pena estar allí y no poder ver nada. Fuimos adentrándonos en las ruinas sin saber ni hacia donde íbamos ni que era lo que veíamos ni nada de nada. Después de andar un rato nos subimos a lo que pensábamos que era la caseta mirador desde donde se hacen las fotos típicas que hemos visto un millón de veces, pero al no ver nada pues…
Como se iba acercando las 07:00 horas nos bajamos a la entrada a esperar al guía. A las 07:05 horas apareció Horacio, nos dijo que esperáramos unos minutos que tenían que venir unas chicas que se iban a unir con nosotros para la visita. Una vez estuvimos todos nos fue explicando todas las ruinas, nos reímos mucho con él pues era un tipo muy peculiar, eso si sabia muchísimo, según él, era el que más sabia de Machu Picchu, y puede que tuviese razón. Nos llamaba «amigos del viejo continente».
De plantas vimos el floripondio y el ginsen entre otras. La verdad es que estábamos flipados por todo lo que veíamos, unido a las explicaciones. Visitar Muchu Picchu sin guía es como no estar, pues es difícil entender lo que ves. Al principio tire pocas fotos, pues no se veía nada, pero a eso de las 09:30 horas empezó a clarear poco a poco. Horacio se despidió, antes nos indico por donde se subía al Wayna Picchu. Cada vez se fue abriendo más y más la niebla, ahora si que empezaba a ser realmente alucinante el lugar.
Nos subimos a la caseta mirador, impresionante el estar contemplando toda esta maravilla, es un lugar muy especial. Hacíamos fotos siempre que la niebla dejaba, un poco más arriba vimos a Balin y a Justin sentados en la hierba. Al cabo de un rato vinieron donde estábamos nosotros y nos estuvimos haciendo fotos. Al cabo de un rato decidimos subir todos juntos al Wayna Picchu.
Cruzamos de nuevo todas las ruinas hasta llegar a la caseta de control, aquí tuvimos que poner nuestro nombre en un libro con la hora que entrábamos para a la salida volver a firmar y poner la hora de salida y así tener un control para que nadie se quede por allí. Preguntamos por el sello para que nos lo pusieran en el pasaporte como nos dijeron las uruguayas pero la mala suerte se alió con nosotros y casualmente se les había perdido hacia unos días y hasta la semana siguiente no iban a tener, fue una pena pues el sello era muy chulo.
Wayna Picchu significa «Cerro Joven». Es ese cerro puntiagudo que se ve al fondo de la mayoría de las fotografías de Machu Picchu. Es el guardián de la ciudadela, su protector. No es la montaña más alta de la región, pero sin lugar a dudas es la más imponente.
Desde abajo, desde el río, en la estación de puente Ruinas, se ve como una gigantesca pared de piedra imposible de ser escalada. El lado oeste sin embargo es menos abrupto pero igualmente difícil. ¿Y que tiene de especial el Wayna Picchu? Bueno, pues, aunque no lo parezca, es un cerro domesticado, el hombre andino construye allí unos caminos fabulosos, que desafían todo vértigo, y demuestran una gran habilidad constructora.
Rutas que llegan hasta la cima, donde (aparte de algunas pocas construcciones importantes y una espléndida andenería que se ve mejor desde la ciudad) se tiene una vista privilegiada del valle.
El Wayna picchu, en efecto, es un observatorio único. El Rió Vilcanota o Urubamba cambia su curso en la base de la montaña, rodeándolo y convirtiéndolo en una especie de «península fluvial» en medio del Cañón. Por lo tanto desde allí es posible vigilar todo el Valle, al este, al norte y al oeste (Machupicchu esta al sur).
Algunos creen que los centinelas que estaban allí se comunicaban con los que estaban en la parte más alta de la ciudad, en el Intihuatana, y estos a su vez con los vigías que se hallaban en el Inti Punku o en la cumbre del cerro Machupicchu, todo mediante un lenguaje de señas que permitía prevenir cualquier posible invasión. Hay quieres sostienen que esos códigos eran fácilmente transmisibles de montaña a montaña y que un mensaje desde Huayna pichu podría llegar a Ollantaytambo (o por que no, al Cusco) en cuestión de minutos.
En la caseta de control dejamos las mochilas gratuitamente para ir más cómodos. A los pocos minutos llegamos a una bifurcación y no teníamos muy claro hacia donde tirar, al final fuimos hacia la derecha y si era el camino. Íbamos andando entre mucha vegetación, yo iba haciendo fotos a plantas, flores, al valle, etc. Al principio bajamos como 100 metros de desnivel para después subir mediante escaleras, a veces excavadas en la roca en fuerte pendiente, pues este pico es muy empinado.
Hacia calor, y con la altitud a la que estábamos que serian sobre los 2700 m. la verdad es que a mi me costo un poco subir. Óscar y Beatriz subieron a su aire y Marina y Yo subimos con Justin y Balic, y llegamos arriba un rato después. Era increíble las vistas que teníamos desde allí, y mas increíble aun era ver donde habían construido los Incas terrazas de cultivo, prácticamente colgaban del vació. Casi antes de llegar a la cumbre había que pasar a través de un túnel excavado en la roca, y era muy estrecho y en diagonal, con lo cual había que adoptar posturas raras para pasar. Una vez estuvimos los 4 en la cumbre nos hicimos fotos y trepamos a todos los salientes que había.
Las ruinas de Machu Picchu vistas desde aquí formaban perfectamente la silueta de un cóndor. Era una maravilla el estar aquí, rodeados de valles muy profundos, vegetación por todas partes y las ruinas ante nosotros, unas sensaciones difíciles de olvidar. Como hacia mucho calor Óscar decidió ir bajando poco a poco, yo por mi parte estuve fumándome un cigarro tumbado en una gran piedra inclinada. Después todos para abajo.
Era un continuo cruzarse con gente que subía. A mitad de camino vi un colibrí y conseguí hacerle una foto, aunque no se aprecia demasiado bien en ella, son pájaros muy pequeñitos y que están en continuo movimiento, de unos colores muy vivos, este era verde. Al llegar a la caseta de control firmamos la salida y justo cuando yo cruzaba cerraban la puerta, pues era la 1 de la tarde y a esa hora ya no se podía subir al Wayna Picchu.
Nos pusimos a comer sentados en la piedra de la energía. Nos hicimos unos bocadillos con los panes que compramos el día anterior en Ollantaytambo con jamón serrano que nos supieron buenísimos. Era gracioso ver según iban llegando grupos de gente como se acercaban a la gran piedra donde estábamos. Apoyaban las manos como les decían los guías cogiendo energía y pidiendo deseos. Hasta que llego un grupo de chicas peruanas estudiantes y la profesora que iba con ellos, nos hizo levantarnos pues no era sitio para comer y además no dejábamos a la gente coger energía. Total que nos levantamos e hice una foto de un montón de chicas apoyadas en la piedra de espaldas a nosotros. La verdad es que parecía una exposición de culos, jeje.
5 minutos después nos bajamos a una pradera donde estaban Justin y Balic comiendo con otra chica. Al acercarnos nos presentaron, se llamaba Luise y era irlandesa de Belfast. Nos echamos todos un rato la siesta. Junto a nosotros había unos peruanos con dos espeleólogos españoles que estaban investigando una de las cuevas que hay en la zona. Después volvimos a recorrer otra vez gran parte de las ruinas, disfrutando de nuevo de todo y haciendo más fotos.
Óscar estaba cansado y nos dijo que se salía fuera y nos esperaba allí, nosotros continuamos andando por aquí y por allá. A las 17:30 horas salimos todos de Machu Picchu. Estuvimos un rato hablando en la entrada y decidimos ir bajando andando poco a poco. Yo siempre iba el último, pues fui haciendo fotos a plantas y flores principalmente. Casi todo el rato eran escaleras, la verdad es que ese día no se la cantidad de miles de escaleras que pudimos subir y bajar.
De vez en cuando atravesábamos el camino de tierra por el que subían y bajaban los autobuses. Al cabo de una hora más o menos llegamos al río Urubamba, habíamos descendido 700 metros de desnivel. Escuchamos y vimos unos pájaros muy grandes y que hacían mucho ruido, eran Pavas de Monte andinas, iban de un árbol a otro. Antes de cruzar el puente del río nos hicimos todos una foto junto a un cartel donde ponía Machu Picchu. Le deje la cámara a Justin que se emociono y nos saco un montón de fotos. Nosotros ahí como si fuéramos modelos, jeje.
Después de la sesión fotográfica atravesamos el puente camino a Aguas Calientes. Desde el puente vimos sobrevolar de nuevo a alguna que otra Pava, que al posarse en alguna rama al otro lado, movían todo el árbol, pues al ser tan grandes tienen que ser pesadas. Desde aquí nos quedaban hasta el pueblo unos 3 Km. Fuimos un buen rato jugando al fútbol con una piedra redonda pequeñita hasta que ya casi llegando al pueblo se cayó al río. La vegetación era sorprendente por el tamaño de las hojas y la frondosidad. Se notaba una vez más que estábamos ante las puertas de la selva, era una pena no disponer de más tiempo para habernos adentrado a conocer la selva.
AGUAS CALIENTES
Llegando a Aguas Calientes vimos un hotel que estaban construyendo. Hasta aquí todo normal, el tema estaba en que no tenían maquinaria, todo lo hacían a mano. El agujero para los cimientos a pico y pala, la tierra la sacaban con carretillas, ni maquinas excavadoras, ni camiones ni nada de nada, todo a base de gente. Al igual que en las zonas rurales, no vimos en ningún lado tractores, la siembra, la recolección, todo a mano. Llegamos a la calle donde el día anterior nos había dejado el tren, es una calle donde por el medio están las vías y a ambos lados hay tiendas y restaurantes, una calle muy curiosa, así como típica, de echo es la foto que sale en todos los lados de Aguas Calientes.
Estuvimos preguntando por precios de cervezas y de cenas. No nos convencía ninguno, se notaba donde estábamos, todo bastante más caro que en el resto del Perú. Yendo hacia la plaza nos abordaron 2 chicas de un restaurante y estuve negociando con ellas hasta conseguir algo que nos pareció bien a todos. El sitio se llamaba “Yakumama-Grill II”. Tenían Happy hours y por cada 4 copas nos cobraban 3, pero solo era con cubatas de ron, y nosotros la dijimos que nos hicieran lo mismo pero con litronas de cerveza y cada cerveza de litro nos costaba 8 soles.
A la camarera al principio la aburrimos a que nos hiciese fotos y nos hizo con todas las cámaras que teníamos. Allí estábamos Justin, Balic, Luise y nosotros cuatro. Balic tenía hambre así que se pidió algo para cenar. Y los demás charla que te charla y bebiendo cerveza tras cerveza, se estaba allí genial. Gente de todas nacionalidades, sin prisa por nada, buena temperatura, buen ambiente… En fin, de esos momentos que dices… como me gustaría que se parara el tiempo y poder disfrutar de esto tanto como quiera. Al cabo de un rato aparecieron de casualidad Arturo y Salva. Poco a poco fuimos pidiendo algo para cenar.
Después Salva se empeño en pedir una jarra de Pisco Sour y nos invito a ella. No estaba muy bueno pues tenia demasiada espuma y por lo tanto poco contenido. Balic se marcho, pues quería ducharse y descansar. A las 22:30 horas Beatriz y Óscar también se marcharon pues estaban muy cansados, y allí nos quedamos el resto. Salva y yo bajamos a hablar con el dueño e intentar negociar el tamaño de los cubatas de ron, y diciéndole que el Pisco Sour no había sido muy bueno y tal.
Conseguimos un tamaño mayor que el que nos querían dar, que nada tiene que ver con los de España, pero bueno. Íbamos todos bastante majos y es que habíamos bebido bastante cerveza. Yo estuve con Luise y Justin hablando durante bastante tiempo sobre el tema de viajar durante un tiempo largo, y filosofando sobre el mundo de los viajes. Lo maravilloso que era el conocer gente como todos nosotros, etc. La verdad es que el encontrar gente así te aportan muchas cosas, a mi por lo menos. A las 00:00 horas acompañe a Marina al hostal y deje en su habitación la cámara de fotos. Luise se cogió algo de ropa, ella estaba alojada en el mismo hostal que nosotros.
Por su parte Salva y Justin acompañaron a Arturo a su hostal, Justin se cambio de ropa y quedamos en encontrarnos de nuevo en la plaza. Estuvimos como 5 minutos esperándoles y cuando llegaron nos fuimos a una especie de discoteca que había al lado, digo especie de discoteca porque así la llamaban. Había un chico en la puerta a modo de machaca y dentro la verdad es que es lo que aquí llamaríamos un bar tipo pub.
Habría como 30 personas, y poca gente bailando. Nos pusimos en la barra y nos pedimos Salva un Pisco Sour y un litro de cerveza para los demás. El litro de cerveza nos salía a 8 soles. Estuvimos hablando de todo un poco, de anécdotas por Perú, de nuestras vidas, del viajar, etc, después más y más cerveza, creo que pedimos 5 litros de cerveza y Salva seguía con sus Piscos. Después nos animamos a bailar un poco, y la anécdota fue que me dijo Justin que había una cuarentona que no hacia más que mirarle y me pregunto que hacia.
La verdad es que la mujer era bastante fea, y claro, jeje como que no era plan. Al cabo de un rato le dije que a mi tampoco me quitaba ojo. A los pocos minutos se me acerca y me dice que si la puedo invitar a un cigarro de los que yo hacia y la dije que no, pues el tabaco empezaba a escasear. Además me vino en un plan un poco borde. Le dije a Justin, mira lo que miraba, era el tabaco de liar, jajaja. Sobre las 3 de la mañana bastante borrachos preguntamos donde había algún otro bar abierto. Nos hablaron de un karaoke que estaba al otro lado de las vías. Así que hacia allí nos fuimos, Justin a mitad de camino nos dijo que se iba, intentamos convencerlo pero se nos escapó.
No había nadie por la calle, al final de varias vueltas llegamos al karaoke. Era un bar bastante pequeñito y casi vació, unas 6 personas bebiendo y cantando. Salva se pidió un cubata de ron y Luise y yo nos pedimos un litro de cerveza para los dos. Cogimos los libros de canciones y pedimos algunas para cantarlas. Salva y Luise cantaron en ingles y yo españolas aunque la cerveza me hacia ver las letras dobles. La ultima canción fue de Café Quijano, la de “una princesa y una portuguesa… tu ru ru rum, tu ru ru rum…” a Luise la hizo muchísima gracia, la cantamos entre los tres. La verdad es que fue un final de noche genial, nos lo pasamos muy bien.
Besos y abrazos según corresponda
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