Sorprendentemente no se nos hace excesivamente complicado llegar hasta Polonia. Ni siquiera muy, muy pesado. El viaje en sí no ha tenido ningún tipo de complicación, que es lo más importante, ni tampoco nada digno de resaltar.
Los precios de diesel en el camino han sido: 1,42.6 Lerma. 1,42 primer repostaje en Francia. 1,44 segundo repostaje en Francia. 1,46 primer repostaje en Alemania.
Nuestro recorrido hasta Poznan ha sido el siguiente: Lerma, Irún, Burdeos, Dijon, Nuremberg, Berlín y Poznan (trayecto según VíaMichelín). Evidentemente en un trayecto tan sumamente largo hemos tenido que parar a dormir. Lo hacemos en Mulhouse, en uno de los hoteles que existen a pié de carretera. Es el Premier Hotel junto a un Campanille. Preguntamos en ambos: una habitación doble, 75 € Campanille, 35 € el Premier que es en el que finalmente nos alojamos. Básico, pero suficiente.
El resto del viaje no tiene ningún otro misterio. Kilómetros y más kilómetros.
Cuando llegamos a Polonia encontramos el primer tramo de Autopista del país. Permite llegar desde la frontera con Alemania hasta Poznan de una manera más cómoda. Son 140 kilómetros y nos cuesta unos 8 € al cambio. Podéis estar tranquilos si venís en coche ya que no ponen ningún inconveniente por pagar en euros.
POZNAN
La llegada a Poznan es como volver a los años 60 o 70. Nos delimita el camino unos edificios grises y un tipo de calles que hemos visto, o nos recuerda, a las películas antiguas que mostraban el gris soviético durante la Guerra Fría. Al principio resulta chocante. También nos llama la atención el tamaño de la ciudad –hay que tener en cuenta que tiene más de 500.000 habitantes-, conseguimos llegar al centro gracias al GPS, a partir de ahora Margarita. No tienen muchas indicaciones desde la zona exterior de la ciudad, pero sí a medida que nos vamos acercando a la parte histórica.
Al llegar al río Warta, el que divide la ciudad y delimita una de las zonas más destacadas la cosa cambia y mejora mucho, aunque el aspecto de la calle en la que aparcamos para buscar alojamiento, la calle Mostowa, mantiene el aspecto con el que hemos entrado en Poznan.
Con el callejero de la ciudad que tiene la Lonely Planet alcanzamos la Plaza Mayor y la zona limítrofe. En realidad no buscábamos esto, queríamos encontrar alguno de los alojamientos que nos indica en la zona centro. El primero Dom Polonii, en la calle Wodna ya no existe. Seguimos buscando por la calle Al. K. Marcinkowskiego y a los dos minutos vemos el cartel de un nuevo hostel, el Very Berry. –Hay una gran cantidad de Hostels repartidos por toda la zona histórica de la ciudad-.
Accedemos al interior de un patio siguiendo las indicaciones que nos ponen en el cartel que tienen en la puerta de la calle. Desde aquí accedemos a un portal y nos subimos a un ascensor que nos traslada a nuestro periodo infantil, cuando las cajas de estos elementos no tenían ni puertas de seguridad ni nada parecido. Esas donde veías pasar las ventanitas de las puertas de cada piso. Las que cuando eras niño pensabas que tocar la pared entre cada piso a medida que el ascensor iba pasando, era signo de valentía digno de ser contado a los amigos. El sonido seco del “clack” al paso entre los pisos que indicaba el paso de las aperturas y cierres de la puerta de cada piso….. genial!.
Nos recibe una chica muy amable. Nos muestra la habitación y accedemos a quedarnos. El hostel se ve con instalaciones muy limpias y nuevas. Hoy teníamos claro varias cosas y una de ellas era que nos queríamos quedar en la zona centro para poder pasear y ver la ciudad antes de que anochezca. También para poder cenar tranquilamente y celebrar que hemos llegado bien. La ubicación del Very Berry cumple todas las expectativas que habíamos puesto al elegir un lugar para dormir. Estamos en pleno centro y la Plaza del Mercado está a 200 mtrs. Nos ofrecen parking para el coche – no es gratuito-, cosa importante y a tener en cuenta ya que toda la zona centro es de pago. El desayuno también está incluido, todo por 43 €. No nos lo pensamos.
Después de la ducha y siendo una hora muy prudente las 18:30 horas de la tarde, nos damos un paseo callejero en mano. Nos centramos en la parte histórica ya que mañana queremos ver la ciudad con mayor detalle.
Recorremos la parte del Museo Nacional, el Castillo Real –una reconstrucción- hoy museo y las calles que se encuentran alrededor de la Plaza del Mercado. Alcanzamos la orilla izquierda del Río Warta donde vemos que tienen una zona cuidada para poder pasear por sus orillas. Sin cruzar, lo dejamos para mañana, vemos la catedral. En este momento damos la vuelta para llegar a la iglesia de St. Francis Seraph e ir buscando un sitio para cenar. Otro problema, Polonia tiene otra moneda el Zloty y no tenemos. Necesitamos cambiar, pero las tiendas de cambio están cerradas. Por lo tanto, es importante elegir un restaurante que permitan pagar en euros o con tarjeta. Antes de sentarnos a cenar lo preguntamos.
En el primero que entramos, ni una ni otra forma de pago. En el segundo el Pysná nos dicen que sí, que ambas. Estamos en la Plaza del Mercado en la esquina que da acceso desde la calle Szkolna. Probamos una sopa local – es un formato muy original, porque te lo sirven dentro de una hogaza, pero hoy no tenían la hogaza en la que se hace- y otros dos platos que no somos capaces de repetir. Para nosotros serían costillas y unas empanadillas típicas de aquí (pierogi), ¡pero qué tamaño estas últimas!. Por supuesto acompañados de un par de cervezas. Todo por 22 €, muy bien y muy recomendable. No sales con hambre.
Tras una vuelta nocturna por la plaza volvemos al hostel, por hoy ha sido bastante.
Besos y abrazos según corresponda.
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