Ayer, de nuevo, elegimos dormir en un motel y en éste indicar que está al lado de una vía de tren y que a los trenes se los oye mucho. El precio está bien, además nos hizo descuento, pero el tema del tren ha sido un poco molesto. Encima del ruido que hacen cada vez que pasan, los maquinistas se recrean con la bocina, y tenemos la sensación de que tarda en pasar media hora.
Hoy parece que el tiempo nos va a acompañar y aunque hace frío amanece un día despejado. Nos ponemos en carretera temprano porque nos quedan bastantes kilómetros por delante. Una de las anécdotas que podríamos destacar de Vanderhoof, o como poco resulta curiosa, es que se trata del punto central geográfico de la Columbia Británica.
Hoy toca ver a través de nuestro parabrisas los paisajes y pueblos que van jalonando la carretera. La Lonely destaca el poco interés de la ruta, pero hemos de decir que es muy injusto. Lo mismo decíamos ayer cuando afirmábamos que estamos frente a un gran paisaje que nos hace disfrutar de los kilómetros sin que pesen, cómodamente, ya que la carretera está muy bien acondicionada y no hay una gran cantidad de tráfico.
A parte del repostaje necesario paramos en Telkwa. No tiene gran cosa y tampoco nosotros nos hemos molestado mucho en buscar, pero nos detenemos para ver la iglesia anglicana que tienen en la carretera principal y el museo que todo buen pueblo de la Columbia debe tener. No hemos podido acceder a ninguno de los dos.
Después en Smithers, donde hacemos la pausa-café, o el “break” que dirían en este pueblo. Lo señalan como un pueblo con encanto, pero después de pasar por la oficina de turismo, preguntar por los atractivos e ir escuchando atentamente lo que se nos decía la persona que nos ha atendido, no se lo hemos encontrado. Hemos ido haciendo el recorrido que nos han marcado, pero como decíamos no hemos encontrado ese sabor tan especial que nos indicaba la Milepost. No es feo y dar un paseo por la calle comercial está bien, así que una parada siempre puede ser interesante. Para tomar el café o comer hay varios sitios, donde hemos estado nosotros no nos ha parecido caro se llamaba Rudolph’s.
Lo que si destacaría de este lugar es el paisaje que lo rodea, aquí ya el tema cambia. Es un entorno precioso rodeado de montañas que impresionan. Lo malo es que hoy estaba algo tapado y no se veían las cumbres, pero en un día despejado y con la nieve que había los recuerdos tienen que ser difíciles de olvidar.
La zona de los Hazelton y la recreación de los asentamientos nativos nos la saltamos en beneficio de llegar antes a Prince Rupert y disfrutar allí de estar un rato más tranquilos. Así llegamos hasta Terrace donde comemos junto al punto de información. La carretera desde Smithers hasta Prince Rupert ha sido un lujo para los sentidos, imagino que al tener como referencia una impresión nada halagüeña, no teníamos expectativas de ningún tipo, pero la carretera y el paisaje merecen mucho la pena porque vas absorto en lo que te rodea y es imposible recoger todo lo que ves.
PRINCE RUPERT:
No ha habido otra parada, sólo disfrutar de lo que nos rodeaba, como el río Skeen que nos acompañaba hacia Prince Rupert y que nos ha impresionado. Las montañas que nos rodean, testigos de una época en la que los glaciares eran los que dominaban estas latitudes. Aquí puedes recibir una clase de glaciación sin que tengas que imaginarte absolutamente nada, la realidad la tienes delante. Nos ha gustado mucho el trayecto aunque en algunos momentos nos ha llovido y alguna nube no quería que disfrutáramos de las cumbres que íbamos pasando.
Sin otra impresión más que la de la sorpresa más absoluta llegamos directamente al albergue donde nos alojamos, el Cow Bay Pioneer. El edificio es tan atractivo como parecido a los edificios históricos que llevamos viendo estos días, pero ambientado y restaurado con un gran gusto. Las habitaciones están muy limpias al igual que la cocina.
Preguntamos por el municipio y nos indican la zona de la Cow Beach y esa zona portuaria. Allí nos dirigimos por disfrutar un poco de la tarde ya que el sol decide recibirnos en Prince Rupert. El pueblo no tiene muchas cosas, pero la zona del malecón y el mar está bien. No hay nada más así que uno se puede recrear.
Después de este paseo vamos a comprar las provisiones para los próximos días. Mañana embarcamos y pasaremos dos días en un ferry que nos llevará hasta Haines. Recorreremos la costa de Alaska por el denominado Inside Passage, un sueño que por fin mañana veremos cumplido.
Hemos coincidido con una familia de españoles con la que hemos cenado y ha sido un momento muy distendido y ameno. Para nosotros todo un lujo ya que esta familia: Ramón, Mónica y su hija Zoe, son grandes viajeros. Ha sido un privilegio hablar y aprender de la experiencia de viajes como los que ellos han realizado. Nos ha sorprendido su humildad y el enorme bagaje viajero que poseen. Habíamos coincido con muchos viajeros y muchos más turistas, pero como ellos podríamos decir que no.
Hoy ya se nota que vamos hacia el norte. A las diez y media de la noche sigue habiendo una claridad que no habíamos visto hasta ahora y poco a poco, nos iremos acercando a la zona del sol de medianoche.
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