MONT BLANC 4.810 METROS
HORARIOS:
1º Día: Desde Nid d’Aigle (2.364 m.) al desvío al glaciar de Bionnassay (2.385 m.) 0:10 horas, Casa Forestal de Rognes (2.853 m.) 1:00 horas, Refugio de Tete Rousse (3.167 m.) 2:45 horas. 2º Día: Bolera (3.290 m.) 0:25 horas, refugio de Gouter (3.817 m.) 3:45 horas. 3º Día: Dome du Gouter (4.285 m.) 1:10 horas, Refugio de Vallot (4.362 m.) 2:00 horas, Arista de Les Bosses (primera joroba) (4.500 m.) 2:45, cumbre Mont Blanc (4.810 m.) 4:00 horas. Para bajar seguir el mismo itinerario al revés 7:00 horas desde la cumbre. En estos horarios no se contabilizan las paradas.
PUNTO DE PARTIDA:
Desde Irún hasta Chamonix hay aproximadamente 1.150 kilómetros. Empezaremos en Les Houches donde se coge el teleférico. Hasta aquí llegaremos bien en coche o en autobús desde Chamonix. Junto al teleférico está la parada del autobús y también hay un parking gratuito donde podemos dejar el coche. El teleférico nos deja en Bellevue donde cogeremos un tren de cremallera hasta Nid d’Aigle.
DIFICULTAD:
Recorrido solo para montañeros habituados a la alta montaña. Estamos hablando de un paisaje alpino, nada que ver con nuestras montañas españolas, así que es recomendable el estar habituados al uso de crampones y piolet, y saber en cierta medida como hay que moverse por un glaciar. No olvidemos la altitud a la que vamos a estar, por eso una buena aclimatación es fundamental, sin esto no llegaras a la cumbre y si lo haces llegaras en unas condiciones tan lamentables que el bajar te puede costar caro, así que ante todo no seas imprudente.
De todas maneras el peligro mayor que tiene el Mont Blanc es la gran cantidad de gente que hay. Son necesarios crampones, piolet, cuerda, casco, buenos guantes y una linterna frontal y una vestimenta adecuada sino queremos sufrir congelaciones. Nosotros personalmente íbamos bastante bien protegidos contra el frío y hubo momentos en que lo pasamos mal. Ascender solamente con total seguridad de buen tiempo.
INTRODUCCIÓN:
Alpes se deriva del latín, «alpe», «alba», que significa blanco. El término «alp» designa los pastizales de montaña donde suben los ganados en verano y de ahí se deriva «alpestre» en castellano; aunque en los Alpes Orientales se conocen como «alm».
Es una Cordillera centroeuropea que se extiende desde el Mediterráneo, cerca de Niza (Nice) en Francia, hasta Ljublajna, en la antigua Yugoslavia, y Viena (Austria). Su forma de curva ha hecho que también se le conozca como «arco alpino». Supone 1.200 km de longitud, cerca de 240.000 Km/m2 y decenas de miles de cimas. Forma frontera natural, a la vez que política con variaciones en el tiempo, entre Francia, Suiza, Austria, Italia y Eslovenia. Su cumbres más alta es el Mont Blanc/Monte Bianco (4.810 m), situada entre Francia e Italia. Los ríos Ródano, Rhin/Rin, Po, Salzach, Mur y los afluentes del Danubio, Inn y Drau (Drava), abren amplios valles longitudinales; en sus orillas se asienta la población y las vías de comunicación.
Son famosos los pasos de Gran San Bernardo, Simplon y San Gotardo; el de Brennero (1.370 m) y Reschen (1.508 m) son los más fáciles de atravesar. Desde la antigüedad, han sido un área de tráfico comercial gracias a los puertos que comunican el centro y sur de Europa. Tiene cientos de refugios, decenas de estaciones de esquí y una infraestructura bien organizada, con guías y equipos de rescate, a la vez que diversos remontes mecánicos; aunque aún hay áreas relativamente desconocidas. Es el macizo más conocido del mundo.
El macizo aparece a mediados de la Era Terciaria, hace unos cuarenta millones de años. Con anterioridad, durante la segunda mitad de la Era Primaria, en este mismo lugar se levantaba una cordillera más poderosa que el actual Himalaya; pero la erosión la hizo desaparecer. Después, la región se hundió un tanto y la cubrió el mar, el cual depositó sus sedimentos durante 180 millones de años: toda la Era Secundaria hasta la primera mitad de la Era Terciaria. Poco a poco, el plegamiento de las placas tectónicas comprimía la superficie del planeta y emergieron los Alpes. El eje de la cordillera se elevó más aún y empezó a ser atacado por la erosión. Por este motivo Chamonix presenta rocas como gneis o granito, mientras en los Pre-Alpes, como en las Dolomitas, predomina la roca caliza. Cuarenta millones de años más tarde aparecía el ser humano sobre la Tierra.
En el Cuaternario, tras una intensa actividad volcánica, los Alpes se vieron cubiertos por casquetes glaciales, alguno de los cuales llegaba hasta la actual Lyon por el Sur y Ginebra por el norte; una lengua de mil metros de espesor cubría el valle de Chamonix. El momento más álgido fue hace 20.000 años, durante el periodo llamado Würm, la última gran glaciación del Cuaternario. Los depósitos glaciares en forma de morrenas actuaron como diques para arroyos y ríos, originando numerosos lagos. El lago Leman y el Constanza son los mayores de la región. Posteriormente, los glaciares se fueron retirando -salvo en los siglos XVI y XVII-, el clima se hizo más regular y la erosión siguió su papel devastador con perseverancia.
Alrededor del Mont Blanc se creó el alpinismo. Y fue precisamente su cima, el pico más alto de los Alpes, el verdadero protagonista. La gigantesca mole de hielos había permanecido desconocida durante siglos, pero ya a finales del siglo XVIII (1760-1770) la visita a Chamonix, con la vista del Mont Blanc, se había convertido en etapa obligada del Gran Tour de Europa. Uno de aquellos visitantes fue Horace Bènèdict de Saussure, físico de renombre internacional, quien a la vista de tan impresionante espectáculo ofreció una elevada recompensa a quienes pudieran alcanzar la cima de la montaña.
La generosa oferta fue la causa de que los audaces cazadores de gamuzas y rebecos realizasen las primeras exploraciones entre los desconocidos glaciares, los misteriosos aludes, los laberintos de grietas profundas, sin equipo y vestimentas adecuadas. En 1786, veinticinco años después del reto lanzado por Saussure, Michel Gabriel Paccard, médico destinado en Chamonix junto a Jacques Balmat, un guía de aquellas zonas, después de varios días de inenarrables aventuras consiguieron a las 18.23 de la tarde del 8 de agosto de 1786 la hazaña de alcanzar la cumbre de los Alpes. Había nacido el alpinismo como actividad humana, deporte, industria y aún metafísica.
Desde entonces y casi ininterrumpidamente los Alpes, y especialmente el Mont Blanc y las cimas que lo rodean, son las montañas más visitadas y escaladas de la Tierra, siendo la misma cumbre del Mont Blanc el objetivo actualmente más ambicionado por hombres y mujeres del mundo occidentalizado.
Y el Mont Blanc, la gran montaña blanca, rodeada de los picos más sugestivos de la Tierra, nunca defrauda a estos viajeros, que en largas caravanas se afanan en escalar sus itinerarios de ascensión por las más inverosímiles rutas de rocas y hielos. Pero algo es rigurosamente cierto. Ni siquiera el Himalaya sobrepasa en belleza, interés o en desnuda dificultad a las incomparables escaladas del macizo del Mont Blanc.
CESAR PÉREZ DE TUDELA
La primera mujer que sube al Mont Blanc fue Marie Paradis el 14 de Julio de 1809, joven criada del albergue de Chamonix.
En agosto de 1820 se produce el primer accidente mortal en el Mont Blanc: tres de los guías de un equipo de 14 hombres al mando del doctor Hamel (Hael según otros autores), consejero del zar, perecen por un alud en la base del Antiguo Paso (Ancien Passage) y son sepultados en una grieta (el glaciar no devuelve sus cuerpos hasta más de cuatro décadas después).
La montaña blanca ha sido el escenario tanto de grandes hazañas como de enormes imprudencias. Considerada por algunos como la montaña asesina, son muchas las personas que encuentran la muerte en sus laderas, atravesadas por glaciares agrietados por la falta de lluvias que está provocando la escasez de nieve y la falta de consolidación de la piedra, ahora más expuesta a cambios bruscos de temperatura. Y es que de la montaña solitaria y tranquila, inalcanzable y legendaria, poco es lo que queda. No menos de trescientos escaladores pueden llegar a su cumbre en una jornada de verano.
Existen tres rutas principales de acceso a la cumbre: Aiguilles Grises desde Italia, la ruta de los cuatro miles desde la Aiguille du Midi, pasando por el Mont Blanc du Tacul y el Mont Maudit, y por la Aguille de Gouter, estas dos últimas por la vertiente francesa, y nueve variantes más de escalada. Las ofertas y atractivos paquetes turísticos que se ofrecen para su ascensión, aumentan en proporción inversa a los conocimientos de los participantes en estas excursiones. Se viene a escalar desde todas las partes del mundo y la falta de atención, las grietas, la niebla y los problemas provocados por la altitud y la fatiga, causan cientos de accidentes.
Por el hospital de Chamonix pasan cada año cerca de sesenta mil personas y la mitad, por accidentes de montaña y los rescates realizados por los helicópteros de la gendarmería se cuentan por cientos a lo largo de la temporada.
COMO, CUANDO Y POR QUÉ:
La idea del Mont Blanc a algunos nos lleva rondando la cabeza desde hace unos años, aunque siempre lo habíamos visto como algo inalcanzable para nosotros, pues si bien es cierto que hemos subido a numerosos picos de nuestra geografía española tanto en verano como en invierno, sabíamos que Alpes es un mundo diferente.
El año pasado, verano del 2001, algunos estuvimos de vacaciones por allí, y aunque no hicimos nada de montaña nos vinimos maravillados de tan maravilloso paisaje, glaciares, valles impresionantes, picos majestuosos, y entre ellos, como no, el Mont Blanc, que visto desde Chamonix parece un rey escoltado por numerosas torres.
En Febrero de este año Jorge propuso la idea ya en serio de subirlo en verano, y había opiniones para todos los gustos, aunque la mayoría estaba animada de por lo menos intentarlo. Solo faltaba el que pudiésemos coincidir todos las vacaciones de verano, cosa que hasta un mes antes de ir no supimos. Durante este invierno hemos estado entrenándonos cada uno en función de su tiempo libre.
Hemos hablado con gente que ya lo ha subido y también hemos leído bastante sobre el tema, y la verdad es que había veces que pensábamos si estábamos locos, pues cada uno nos relataba una experiencia, y algunas eran de quitarle las ganas de ir. Nos daba la sensación como si cada uno nos hablaba de un pico diferente, y luego llegaba cuando veíamos fotos y decíamos¡ que bonitoooooo!, pero a la vez también pensábamos que ¿ eso no es demasiado para nosotros…?. Lo cierto es que poco a poco se iba acercando la fecha, y eran muchas las dudas que se nos pasaban por la cabeza, incluso estuvimos planteándonos el desistir de ello y hacer algún otro cuatromil que fuese más fácil.
Pero la verdad es que todos teníamos muchas ganas, así que, pensábamos si lo sube mucha gente ¿por qué nosotros no?, así que cuando ya supimos que coincidíamos las vacaciones nos pusimos mano a la obra de preparar en serio la ascensión, que llevaríamos, lo que necesitábamos, etc…. Llamamos al Refugio de Gouter para reservar y estaba completo todo el mes de Agosto, primer contratiempo, aunque ahora que ya hemos estado nos hemos alegrado mucho de que estuviese lleno.
ITINERARIO:
Tenemos dos opciones, o coger el teleférico en Les Houches hasta Bellevue y aquí coger el tren de cremallera hasta Nid D’Aigle o bien coger el tren de cremallera desde Le Fayet hasta Nid D’Aigle, si bien esta ultima opción es más cara. En el plano de abajo podemos observar todo el recorrido.
Una vez que hemos bajado del tren, que por cierto suele ir siempre hasta los topes, así que el trayecto resulta bastante incomodo, nos pondremos las mochilas al hombro y cogeremos el único camino que hay en dirección ascendente por un sendero muy ancho. Podemos ver el refugio de Gouter desde aquí, y parece muy lejano, aunque sabemos que tenemos dos días para llegar a él. Como a unos 150 metros dejaremos un desvío que a la derecha va hacia el glaciar de Bionnassay y que es hacia donde va casi todo el mundo que sube a pasar el día.
Nosotros lógicamente cogeremos el sendero ahora más pequeño que a la izquierda sube zigzagueando. Al poco rato empezamos a ver unos animales especie de cabras, pero que no sabíamos lo que era, casi casi se les podía dar de comer, así que sacamos las cámaras y estuvimos haciéndoles unas cuantas fotos a la vez que cogiendo algunas imágenes con la cámara de vídeo que también hemos llevado. Ahora investigando un poco creemos que son Bucardos. Animal que se extinguió en España en 1998.
El camino sigue ascendente por unas rampas que a veces se hacen un pelín duras, pero más que nada por la mochila que llevamos y además en estos primeros metros el sol que nos acompaña hace honor al mes en el que estamos. Llegamos a una bifurcación, marcas rojas a la izquierda que van trepando por la roca que unos metros después se convierte en una mini vía ferrata, y a la derecha el sendera que sigue zigzagueando. Las dos se juntan más arriba, la primera más divertida y la segunda más fácil. Nosotros unos fuimos por una y otros por otra, al poco de juntarnos de nuevo seguimos ascendiendo unos metros hasta que llegamos a un refugio no guardado que es la Casa Forestal de Rognes (no miramos pero creo que esta cerrada).
Aquí descansamos un poquito, un trago de agua, un kit-kat, disfrutar de cuanto nos rodeaba y nos ponemos de nuevo en camino. El terreno empieza a cambiar y pasa de pedregal a roca, aunque siempre siguiendo un camino muy bien marcado. En algunos tramos hay cable para asegurarte, pero esto será para invernal, porque ahora la verdad es que es muy fácil. Según vamos ascendiendo las vistas son cada vez más espectaculares, aunque nosotros debido a la niebla vemos ahora si y ahora no, es como si la montaña tuviese un telón y se fuese abriendo poco a poco a nosotros.
Empezamos a pisar nieve, hay gente que opta por ponerse los crampones, nosotros decidimos que no pues esta blanda. La niebla poco a poco va desapareciendo y vemos que tenemos el Refugio de Tete Rousse enfrente nuestro como a unos 300 metros, así que atravesamos el Glaciar de Tete Rousse y llegamos al Refugio después de 2 horas y 45 minutos.
Preguntamos en éste por la cena y nos dicen que es a las 7 de la tarde, así que buscamos sitio para montar las tiendas que es un poco más arriba. Una vez montadas bajamos al Refugio a cenar, el comedor esta a tope de gente de todas las nacionalidades, así que nos acoplamos como podemos. Viene un chico a servirnos y al ver lo que nos dan no damos crédito de lo que vemos, pues nos trae 9 filetes de los que hay que mirarlos dos veces para verlos.
Le pedimos que nos traiga otro para que sean dos para cada uno y un boll de una pasta espesa amarilla que los italianos llaman polenta y no es mas que harina de maíz, sin pan, acompañado con dos botellas de agua que debe de tratarse de agua de Lourdes pues los precios son desorbitados. Así que después de comernos éste aperitivo vamos a las tiendas y nos preparamos unos sándwich y un té caliente antes de meternos al saco.
Ese día tuvimos el mejor atardecer que hemos visto nunca y del que disfrutamos boquiabiertos durante un buen rato.
Al día siguiente nos levantamos temprano y después de desayunar té caliente y unos brazos de gitano empezamos a desmontar el campamento. Todo estaba completamente congelado, los cordones de las botas, las tiendas, etc. Para sacar las piquetas tuvimos teníamos que ayudarnos de los piolets.
Una vez todos con los crampones y los arneses colocados, nos pusimos las mochilas a la espalda y empezamos a caminar atravesando el Glaciar de la Tete Rousse en busca de uno de los pasos más complicados, La Bolera, así que poco a poco íbamos ascendiendo hasta que llegamos a una zona de roca donde hay cables para asegurarnos. Esta zona no es difícil, simplemente hay que ir con mucho cuidado hasta salir a lo que es el Paso de La Bolera, que normalmente es un paso horizontal donde hay un cable para asegurarnos a él, pero que cuando nosotros estuvimos debido a la gran cantidad de nieve caída unos días antes la huella iba en diagonal y sin utilizar el cable.
El Paso de La Bolera no presenta ninguna dificultad técnica, es simplemente un paso con muchísimos desprendimientos, la mayoría provocados por la gente que esta por encima. Es aconsejable pasar de uno en uno, y los demás pendientes de si cae algo para avisar al que en ese momento este pasando. Un impacto de una piedra es casi seguro que nos tire, y la caída no es precisamente pequeña, unos 300 metros hasta el glaciar de Bionnassay. Dicen que es uno de los pasos donde más gente se mata, así que mucho cuidado.
Nosotros cuando lo pasamos casi no caían piedras debido a la nieve, pero cada vez que veíamos caer algunas se nos ponía los pelos de punta. Hay gente a la que veías pasar de todo, como un loco, por no llamarle otra cosa, que se quedo un rato en mitad, u otro que vimos bajar desde Gouter por mitad del cono de desprendimientos, en fin luego pasa lo que pasa.
Una vez pasado La Bolera seguimos el sendero bastante bien marcado por el paso de la gente y marcas rojas e hitos.
Al cabo de unos 200 metros, el sendero deja paso a la roca, y como podemos observar en la fotografía anterior, vamos ascendiendo por una especie de espina dorsal de la pared. Esta parte, desde el Paso de La Bolera hasta el Refugio de Gouter tiene un desnivel aproximado de 600 metros y con una pendiente muy fuerte. Este tramo es el mas técnico de toda la ascensión al Mont Blanc, y aunque no es difícil hay que extremar todas las precauciones posibles, sobre todo por la gran afluencia de gente, ya que son pasos estrechos.
Paramos a comer unos kit-kat y beber un poco de agua, y de paso para que Rubén y Gustavo se dieran unos masajes en los pies para reactivar la circulación sanguínea, pues tenían bastante frío y lo estaban pasando un poco mal.
A falta de 200 metros para el Refugio, el terreno se vuelve prácticamente vertical, y para ayudarnos hay colocados unos cables en los que nos podemos asegurar. Tendremos que estar constantemente haciendo cola para ir progresando, ya sea en la ascensión como en el descenso.
Una vez que llegamos al Refugio, miramos hacia abajo y nos quedamos alucinados primero por lo que habíamos subido, que desde aquí impresiona bastante y segundo por las magnificas vistas. Nos encontramos a 3.817 metros y la altitud todavía no se deja casi notar, es más el cansancio, pues la mochila pesa bastante.
Hacemos un poco de tiempo hasta la hora de comer contemplando cuanto nos rodea, más tarde, ya dentro del Refugio nos sometemos a unas pruebas de aclimatación que están haciendo 3 ingleses, primero rellenamos un test, después nos ponen una mascarilla y nos toman las pulsaciones ……….. estamos bien, o por lo menos eso nos dicen, así que pedimos la comida más contentos.
De comer, nos pedimos una tortilla francesa de 6 huevos y un plato de Espaguetis con tomate y queso rallado para cada uno. Esta vez si que nos ponen un poco de pan. Eso si los precios igual que en el de Tete Rousse, pero por lo menos te ponen un poco más de cantidad.
Reposamos un poco la comida y nos encaminamos al lugar donde vamos a colocar las tiendas que esta un poco más arriba, aquí no se ve ni una piedra todo esta blanco, según nos acercamos empezamos a ver a gente montando tiendas y vemos que hay vivacs hechos lógicamente con hielo, parecen iglus sin techo, algunos tienen bastante profundidad. Montamos las tiendas, derretimos hielo para hacer agua, preparamos en un termo té caliente para el desayuno e hicimos las mochilas de ataque. Después de comentar el día y el qué nos depararía el día siguiente, nos metemos a eso de las 7 de la tarde a los sacos, después de que Marina, (que es la enfermera del grupo) nos diese una pastilla a cada uno de no se que para evitar posibles dolores de cabeza.
Intentamos dormir, pero la prontitud de la hora, los nervios y el pensar en lo que habíamos hecho y en como seria la cumbre, hicieron que casi no pegáramos ojo. Rubén paso muy mala «noche», pues tenia un dolor de cabeza bastante fuerte, llegamos a pensar que seguramente no iba a poder ni siquiera intentarlo, pero a la 1:30 horas cuando sonó el despertador se le había pasado, así que nos vestimos, nos pusimos los arneses y desayunamos dentro del saco, pues hacia muchísimo frío y no queríamos perder calor, esto es harto difícil, así que nos llevo una hora el hacerlo. Salimos de las tiendas y vimos que ya había gente subiendo, así que una vez todos con los crampones puestos, los frontales encendidos y las mochilas a la espalda nos pusimos en camino. Eran las 2:50 horas.
Íbamos todos en fila india, parecía una procesión, se veía una línea de luz hasta casi la Dome de Gouter. El paso era lento, nadie adelantaba a nadie todos a un mismo paso y solo se oía el chirriar de los crampones y piolets al contacto con el hielo. Hacia mucho frío, pero íbamos todos muy bien. Cuando el altímetro marco los 4.000 metros nos felicitamos pues a la cumbre no sabíamos si llegaríamos, pero por lo menos habíamos superado la barrera de los 4.000. Al poco nos topamos con una grieta que aparentemente parecía pequeña, al bajar la estuvimos viendo y …………………no se veía el fondo, pero por la noche dicen que todos los gatos son pardos, así que como vas con los ojos fijos en los pies del que va delante tuyo pues casi no te das cuenta de por donde vas pasando.
Tardamos 1:10 horas en llegar a la Dome de Gouter (4.285 metros), la noche seguía oscura, comemos una barrita energética y bebemos un poco de agua. El estado de animo es muy bueno, todos estamos muy bien. A Gustavo y a Luis Jorge les empiezan a fallar los frontales, así que se ponen en medio de los demás.
De repente vemos que tenemos que descender unos 120 metros, nos sorprende, ya que nadie nos había comentado que hubiese descenso alguno, así que nos ponemos de nuevo en marcha. La bajada lógicamente se hace muy bien, pero una vez abajo nos espera una subida con fuerte pendiente hasta el Refugio Vallot (4.362 metros), desde la Dome de Gouter hasta aquí tardamos 45 minutos. El frío sigue siendo muy intenso, a pesar de llevar buen calzado y buenos calcetines, los pies los tenemos muy fríos, pero nada alarmante, eso si no se puede parar.
Vemos a gente dándose la vuelta, pues el cansancio, la altitud o el frío les hace retroceder. Nosotros seguimos eufóricos, y casi ya celebrando la cumbre, pues nos encontrábamos muy bien aclimatados y físicamente, pero sabíamos que nos quedaba todavía mucho. Otra cosa que nos llama mucho la atención es que vemos muchas vomitonas en todo el camino, y es que el Mont Blanc no es un pico difícil, pero que puede echar atrás al más cualificado y todo el mundo mas o menos siente algún mal estar por la altitud.
La subida hasta la primera joroba de la arista de Les Bosses (4.500 metros) tiene muchísima pendiente, es lo más duro, así que poco a poco vamos ascendiendo.
En 45 minutos llegamos a ella y empezamos a pasar la arista de la que tanto habíamos oído hablar, pero que una vez en ella nos parece más fácil de lo que nos habían dicho. Eso si, es espectacular, con una caída hacia Italia de 3.600 metros y hacia Francia de casi 2.800 metros. En mitad de las dos jorobas vemos una grieta a nuestra izquierda espectacular. La huella es profunda, al final de la arista empezamos a cruzarnos con gente que regresaban ya de la cumbre.
El cansancio iba haciéndose presente, acentuado por la altitud, nos encontrábamos a unos 4.600 metros. El frío en los pies iba también creciendo. Pero todo esto se olvidaba al pensar en lo poco que nos quedaba para pisar la tan ansiada cumbre.
Empezamos a ver los primeros rayos del sol que ya empezaba a despuntar por el horizonte. Paramos unos segundos a hacer unas fotos y a grabar unos planos con la cámara de vídeo, el frío no nos permitía casi parar, así que seguíamos ascendiendo poco a poco.
Nos encontrábamos a unos 4.720 metros (foto de arriba), ya solo nos quedaba remontar una ultima subida que daba paso a la arista cimera. Cogimos unas bocanadas de aire, un aire helador y escaso, y una vez en la arista cimera vimos frente a nosotros por fin el techo de la vieja Europa. Ésta es muy estrecha, más incluso que la arista de Les Bosses, aquí si que el cruzarse con gente es más complicado. Ésta tiene unos 75 metros, la huella que nos encontramos es grande así que la recorremos sin ningún problema. Son las 6:48 horas. La cumbre nos sorprende pues todos pensábamos que era una cumbre ancha y redondeada y vemos que es alargada y estrecha. No hay nada, solo una bandera clavada del reino de Inglaterra.
Las sensaciones del momento son indescriptibles, nos miramos, miramos hacia todos lados, sacamos fotos, hacemos las dedicatorias a la cámara de vídeo y lo celebramos aunque poco pues todos éramos conscientes de que quedaba una largada y difícil bajada, así que dejamos la celebración para cuando estuviésemos abajo.
Poco más que contar, la bajada la hicimos por el mismo itinerario y no tuvimos ningún problema, solo que se hace larguísimo, nos explicábamos ahora la cara de la gente que veíamos el primer día, y es que se hace eterno. Llegamos a Nido de Águilas a las 5 de la tarde y aquello era un hervidero de gente, así que como pudimos nos metimos en el tren y lo mismo hicimos en el teleférico.
Una vez en el camping todos duchados empezaron las celebraciones y el empezar a ser un poco conscientes de lo que habíamos hecho.
DIARIO DE SENSACIONES A 4.810 METROS:
Dicen que hay experiencias en la vida que ayudan a aprender, otras a disfrutar, y algunas que marcan o incluso cambian una vida. El Mont Blanc para nosotros ha sido todo eso, y algo más, la culminación de un sueño. Esa mano que te acuna durante la noche, ese duende que mientras caminas, trabajas o conduces, te acompaña do quiera que vas. Esa visión que te traslada a un lugar donde la imaginación vuela, pero nunca nos deja ver la meta. Ahora la utopía esta completa, y el final es maravilloso. cada vez que el recuerdo nos invade, nuestro rostro esboza una sonrisa.
Esta noche al ir a descansar, cerraremos los ojos en busca de ese nuevo sueño que nos acompañe cada noche, ese duende que nos distraiga sin cesar; ese reto que el año que viene o a al siguiente la esperanza y la ilusión lo hagan realidad.
1 er. Día:
El despertador debía sonar a las 09:30, pero quizá los nervios, quizá las ganas de empezar, hacen de nuestro sueño, algo tan ligero como inconstante. Tras el saludo y los buenos días, comienzan las idas y venidas, hacia la ducha, el baño, etc. El desayuno, ¿ como no?, alrededor de la mesa de Ping – pong, que aunque coja, había aguantado estoicamente varias cenas, y más desayunos. En el de hoy la leche se mezcla con los nervios, y las tostadas y galletas están untadas de inquietud con mermelada.
De nuevo el viaje de rigor, Chamonix casa de la montaña, para ver el parte meteorológico, pero esta vez los 5 no cabemos. Van dos, y el resto se queda ultimando cosas en espera de noticias, que sabemos ya desde hace tres días.
Con todo recogido empezamos a guardar todo aquello que queremos llevar: las mochilas, los sacos y esos detalles que creemos imprescindibles como para olvidar. Y también esos otros que sabiendo que no son realmente necesarios la duda por los nervios los plantea como otra opción. Al montarnos el asiento trasero no se diferencia con el maletero, los tres ocupantes de atrás ni se ven, en el caso del conductor y copiloto, al primero se le ve, pero al segundo tan sólo se le intuye.
Al bajar del coche, y ante la proximidad de ese momento tan esperado, en las piernas se siente un cosquilleo del que no sabes bien porque se da, resulta desconocido. Las manos en un intento de abrir un envoltorio, no responden y aunque pensamos que no tenemos hambre, nuestros estómagos al ver comida se abren pidiendo un poco más.
Primer intento de colgar la mochila en la espalda, y todos los músculos se quejan a gritos, diciendo que con ese peso no suben. 1 er. viaje, Les Houches – Bellevue, un trayecto en teleférico, no muy distinto al que podamos encontrar en Fuente Dé: vistas llamativas, y la imagen del coche que cada vez se distancia más. Finalizado el trayecto, de nuevo las mochilas al hombro, tras unos 400 mtrs. nos encontramos el andén de tren, que nos llevará hasta nuestro punto de partida. Esta vez los músculos resoplan resignados, y asimilan lo que les queda.
Con media hora de espera, donde las búsquedas de los refugios, el intuir los pasos, etc, aceleran el paso del tiempo; aparece el tren de cremallera que nos trasladará a Nido de Águilas. “Lo bueno” que tuvimos en ese trayecto es que estábamos tantos dentro del vagón, que los movimientos bruscos que este hacia no importaban, siempre te quedabas de pie. La llegada a Nido de Águilas nos presenta lo que vamos a ver, todos empujándose para poder bajar, mientras otros forman una piña de gente, intentando subir.
Desde aquí empezamos a caminar, sabemos donde estamos pero nadie se lo cree. Nos miramos, cómplices de la aventura que comienza. La altitud no parece importarnos, sabiendo que estamos 200 mtrs. por encima de la cumbre más alta de nuestra provincia. La mirada se pierde observando el paisaje. A nuestra derecha el glaciar de Bionnassay camina hacia abajo con un aspecto impresionante. Por encima la Aguile de Bionnassay nos contempla majestuosa, imponente, preciosa.
Comenzamos a caminar, de no ser por el terreno, algo incómodo al menos con el peso que transportamos, podríamos suponer que estamos en el paseo ajardinado que posee cualquier ciudad, nos percataríamos de la ausencia de terrazas, pero no de turistas y de sol.
El camino no presenta dificultades, y aunque hay muchos senderos, el principal nos lleva tras una hora, al primer refugio no guardado: Casa Forestal de Rognes. Primera paradita para tomar un poco de agua y ver como se aproximan unas nubes, con algo de malicia.
Parece que quieren tapar lo que nosotros queremos ver, por mucho que soplamos terminan venciendo ellas.
La segunda parte de la etapa, tiene más pendiente, y el camino al estrecharse, hace que parezca que transita mucha más gente. Con tanto cruce de personas, de repente, se oye un idioma familiar, es inevitable el acoso de preguntas, la bolera, la arista de Les Bosses, el mal de altura, todo lo que se nos ocurre. El interrogatorio nos conduce a una misma respuesta, la gente es el mayor de los peligros que os vais a encontrar.
Una hora más de caminar nos sitúa en la cabecera del glaciar de la Tete Rousse, aquí debido a la huella abierta los crampones son optativos. Ya todo empieza a verse blanco y frente a nosotros aunque las nubes pretendan esconderlo, está el refugio, del que nos separan unos 300 mtrs. El olor con el que nos recibe es nauseabundo, por la cercanía de los “wc”; pero se levanta una suave brisa, que es muy agradecida por nuestro sufrido sentido del olfato.
La idea que nosotros llevamos es cenar en los refugios, evitando así más peso del que subimos. Acudimos a realizar la reserva oportuna y pedir turno. Nos dicen que la hora que nos corresponde es a las 19:00, y la exclamación es inmediata “¿a las 19:00?”, la respuesta “esto no es España”. Son las 18:00 y todavía no hemos buscado siquiera lugar para emplazar las tiendas. Subimos un poco, y encontramos una pequeña explanada totalmente blanca, y salteada por el color oscuro que aquí tienen las piedras. No somos los únicos y tenemos bastantes vecinos.
El encontrar un abrigo es fácil, clavar las piquetas lo es aún más, pero tumbar el cuerpo sobre un somier de nieve y no morir en el intento……., a alguno de nosotros se nos hace realmente difícil de creer. El lugar es mágico, tenemos unas vistas extraordinarias sobre el Glaciar de Bionnassay, sus grietas hacen de nuestras bocas un pequeño resorte que inmediatamente salta ante el empuje de la impresión. Al mismo tiempo dominamos todo el valle glaciar donde se encuentra Chamonix. Todo es nuevo para nosotros, demasiado nuevo.
La cena, o mejor dicho la merienda, estaba compuesta por dos filetes no muy grandes y bastante polenta, harina de maíz, todo aderezado por dos botellas de agua. En un comienzo y gracias a nuestras quejas conseguimos que nos trajeras dos filetes por cabeza, pero de no habernos quejado, hubiéramos pagado 11 euros por un solo filete. A nuestro lado cenaban tres alemanes, y opinaban lo mismo que nosotros, poco y muy caro.
Después de este rato tan distendido, salimos del Refugio. Acudimos de nuevo a nuestro lugar de retiro ese mirador privilegiado sobre el glaciar de Bionnassay, las grietas nos hacían estremecer, los seracs que pendían de la pared de la Aguile, eran gigantes. En definitiva un conjunto maravilloso, que desde luego no habíamos visto nunca antes.
El cielo se empezaba a enrojecer, de la zona del valle ascendían nubes que parecía querían esconder un sol ruborizado, hoy las montañas nos han robado toda nuestra atención. A medida que el sol se va marchando, todo se torna rojizo, esperamos de pié, a que luzca sus mejores galas, sin prisa. Cada segundo supone una admiración y la gama de colores que nos brinda, hace que este momento sea inolvidable. El silencio tan solo se ve perturbado por la gente que se va acercando a contemplar la despedida que el astro rey, hoy nos brinda. La nubes lo acompañan en su viaje, y hacen un marco, que lo hace más grande si cabe.
2º Día:
Frío, mucho frío. La mañana había amanecido con alguna nube, pero sin duda fue en lo que menos nos fijamos. Los cordones de alguna bota, rígidos, congelados por una ingenuidad primeriza. De hecho, no fue lo único que llego a helarse, en aquel momento la sonrisa no adornaba nuestras caras, más bien gestos deseosos de calor. El desayuno rápido, té caliente, algo de chocolate, y a recoger.
El itinerario hasta la entrada de la famosa “bolera” es fácil. Tenemos ganas de afrontarla, de atravesarla, de dar fe a tantos testimonios que nos habían descrito. Tras 500 metros de nieve, remontando la cabecera del glaciar de la Tete Rousse, nos sitúa a la entrada. se cruza un tramo mixto de roca y nieve, no supone dificultad alguna. Una pequeña trepadita, mucha atención cuando haya gente, y nos encontramos en el famoso paso. Cuando hemos estado nosotros la ruta se desviaba un poco hacia arriba debido a la nieve caída 4 días atrás y que ahora facilitaba el paso en diagonal y no recto como parece intuirse del camino habitual, este está equipado con un cable para asegurarnos en caso de duda.
Cuando pasa el primero, el silencio invade todo, pendientes de él y sobre todo de algún posible desprendimiento. Pasa el segundo, y a partir de aquí los tres restantes pasan de una vez. Hay que decir que la nieve caída y el frío presente hacían que esas piedras tan temidas por su caída, y posible impacto, se estuvieran quietas. El paso no ha supuesto más de 30 metros.
Tras haber superado los primeros problemas, y aunque el día había amanecido bastante despejado, el sol no se ve, por lo tanto, el calor que ansiamos no llega, el frío continúa con su tarea, y nosotros con la nuestra, descalzar los píes para poderles calentar a mano.
El camino remonta la pared de una torrentera, es incómodo, sobre todo para aquellos como nosotros que llevamos mochilas grandes, se ve de todo.
Tiene mucha piedra suelta, y está muy expuesto. En realidad no ofrecería demasiado problema de no ser, por el exceso de gente con la que se coincide durante la ascensión, y su posterior regreso. El cruce de personas en el camino es bastante frecuente, yo añadiría muy frecuente. De hecho mientras nosotros llevábamos acabo nuestra ruta, un español, de Arnedo (La Rioja), perdió la vida en uno de esos cruces. Cuando vayáis poned mucha atención.
Por lo demás nada destacable, excepto que los últimos 200 mtrs. aproximadamente. Están equipados con un cable, al menos nos ofrece un pequeño seguro ante el peligro que se comentaba antes. Una de las sensaciones que nos invadía, era que el refugio, parecía estar siempre en el mismo sitio, como si no fuéramos a llegar nunca.
Tras llegar arriba, y contemplar todo lo que habíamos subido, búsqueda de plaza en un camping, de primera categoría en cuanto a vistas. El tiempo nos respetaba, hay que agradecérselo. El lugar donde ubicar las tiendas está situado un poco más arriba del refugio.
No encontramos problema para acampar y encima tenemos un trabajo hecho, todos los abrigos para protegernos del viento durante la noche están levantados ya.
Hoy no cenamos, aprovechamos el haber llegado un poco pronto, para comer. El menú de hoy está mejor, pero es igual de caro. Espaguetis y tortilla. Nuestra sorpresa ha sido cuando nos hemos encontrado a tres ingleses haciendo un estudio sobre el mal de altura, todos nos hemos ofrecido voluntariamente realizarlo. Soplar, ritmo cardíaco o chuperretear un palito, son las pruebas que nos hacen. También hay un test previo. Todos estamos bien y capacitados para intentar afrontar la ascensión del Mont Blanc, al menos eso nos dijeron.
Con toda la tarea hecha en el refugio, empieza la charla de la tarde, donde comentamos lo que podrá ser, lo que nos encontraremos, hora de salida, hasta donde llegaremos, etc. Quizá hablaron unos nervios que sintiéndose tan raros, querían cobrar protagonismo.
Con la excusa de dormir, nos vamos tumbando en el saco a eso de las 7 de la tarde, pensando en los que tenemos en casa, y sobre todo que nos espera mañana, ¿mañana?, en realidad es esta noche, la alarma para levantarnos sonará a la 1:30 de la madrugada.
3 er. Día:
El despertador suena lejos, como si no quisiera hacer mucho ruido, tratando de evitar la molestia. Son la 1 y 30 minutos, los ojos se abren somnolientos, pero nerviosos, no se quejan por sueño, están tan emocionados como nosotros. Tenemos aprendida la lección, desayunar y vestirnos dentro del saco. El cuerpo no pierde el calor y se agradece no tener que esperar fuera. El desayuno poca cosa, un trozo de bizcocho de chocolate con kiwi, un poco de té caliente y una ansiedad que sacia el apetito.
Ansiosos en la tienda esperamos que alguien diga, “¿estamos ya?”, para ponernos los últimos “aperos”. Cuando llega el momento, las miradas se hacen cómplices del momento, no se habla mucho, y parece que la prisa nos ayuda con nuestra labor. Todos pensamos en la aventura que nos queda por superar.
Empezamos a caminar, ritmo tranquilo, pausado, y al dejar nuestras tiendas atrás, y una vez que nos encontramos remontando la cabecera del glaciar que conduce a la Dome de Gouter, vemos sorprendidos una fila de gente que unía la cumbre de la Dome con el punto en el que nos encontrábamos. La visión se hizo sorprendente, la oscuridad resalta aún más la luz de todos esos frontales. Sin ningún tipo de consulta hacemos lo propio, colocarnos en fila india para comenzar la ascensión.
Creemos estar en una procesión, pero no sólo por el número de personas, sino por el paso que llevamos. Y el único sonido que se oye es el de los crampones mordiendo el hielo, siguiendo un ritmo marcado por el esfuerzo, y acompañado cual tambor del compás del piolet apoyándose en un suelo iluminado por las ganas de luchar que nos invaden.
Pensamos en cada paso, y se oye el corazón, su marcha es acelerada, aunque no sabemos si de lo que pretendemos de él, o por el contrario de lo que le estamos exigiendo. Sentimos frío, pero de momento es soportable. Nuestra primera parada técnica llega tras 1 h y 20 min.; y dos sensaciones nos invaden: la primera el buen ritmo que llevamos y lo bien que nos encontramos, la segunda no es tan halagüeña tenemos unos 120 mtrs. de desnivel pero en sentido descendente, no nos gusta. Seguimos con la visión de la serpiente de luz, pero esta vez parte de su cuerpo parece estar suspendido en el cielo, como si fueran estrellas muy cercanas guiando nuestro camino.
DATOS DE INTERÉS
MATERIAL
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Piolet, crampones, cuerda de 8 o 9 mm. Y un par de mosquetones por lo menos (nunca se sabe).
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Casco, arnés, guetres y un cordino de unos dos metros para hacer una Gaza.
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Si no tienes sitio en el refugio tendrás que llevarte una tienda de campaña, un buen saco de dormir, una funda vivac y una esterilla aluminizada, piensa que vas a dormir sobre nieve.
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Gafas de sol, protección solar y labial muy alta.
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Buenos calcetines, buenos guantes, un pasamontañas y vestimenta adecuada.
PRECIOS AGOSTO 2002
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AUTOPISTA IRÚN, BAYONA, TOULOUSE, MONTPELLIER, GRENOBLE, CHAMONIX 58,2 €
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CAMPING DU PETIT PONT (LES HOUCHES), 5 PERSONAS, 2 TIENDAS Y 1 COCHE 20,85 €
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TELEFÉRICO LES HOUCHES- BELLEVUE (IDA Y VUELTA). LA VUELTA ESTA ABIERTA X 2 MESES. 11,40 €
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TREN DE CREMALLERA BELLEVUE- NID D’AIGLE (IDA Y VUELTA) IDEM. 11 €
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TELEFÉRICO CHAMONIX- L’AIGUILLE DU MIDI (IDA Y VUELTA) 33 €
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DORMIR Y DESAYUNO EN REFUGIO TETE ROUSSE 23 €
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CENAR EN TETE ROUSSE (2 MINI FILETES Y UN BOL DE HARINA DE MAÍZ. NO PONEN PAN) 11 €
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CENA COMPLETA TETE ROUSSE (TROZO QUESO, SOPA, LO ANTERIOR Y UN MINI FLAN) 17 €
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DORMIR Y DESAYUNO EN REFUGIO DE GOUTER 32 €
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CENAR EN GOUTER (TORTILLA FRANCESA DE 3 HUEVOS. PONEN UN TROCITO DE PAN) 6,50 €
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CENAR EN GOUTER (PLATO DE ESPAGUETIS A LA CARBONARA, PONEN UN TROCITO DE PAN) 9,50 €
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DORMIR Y DESAYUNO EN REFUGIO DE COSMIQUES 25 €
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BOTELLA DE AGUA MINERAL, LITRO Y MEDIO EN LOS DOS REFUGIOS 4 €
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TREN DE TASH A ZERMAT (IDA Y VUELTA) SE PUEDE PAGAR EN EUROS. 11 €
TELÉFONOS DE INTERÉS Y HORARIOS (JULIO Y AGOSTO HASTA EL DÍA 25)
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TELEFÉRICO L’AIGUILLE DU MIDI (El primero 6:00, último de bajada 17:40) 07 330450533080
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TELEFÉRICO LES HOUCHES-BELLEVEU(El primero 7:30, último de bajada 19:00) 07 330450544032
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TREN DE CREMALLERA NID D’AIGLE ( El primero 8:10, último de bajada 18:40) 07 330450475183
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REFUGIO DE TETE ROUSSE (15 de Junio al 30 de Septiembre) 07 330450582497
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REFUGIO DE GOUTER (7 de Junio al 30 de Septiembre) 07 330450544093
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REFUGIO DE COSMIQUES (16 de Febrero al 3 de Octubre) 07 330450544016
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CAMPING DU PETIT PONT 07 330450544130
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CASA DE LA MONTAÑA DE CHAMONIX (METEOROLOGÍA) 07 330450532208
OBSERVACIONES
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La meteorología que da la casa de la montaña de Chamonix es más que fiable, así que haz caso de lo que indique.
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Por lo que hemos visto, jamás se nos ocurrirá alquilar un guía allí, a los clientes les llevan a matacaballo, y cuidado con las cordadas de guias-clientes. Es uno de los peligros mayores que hemos visto, en serio.
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Nos habían hablado de lo bien que se comía en los refugios, bien pues es todo mentira, a parte de caro te quedas con mucho hambre, así que llevate comida o la cartera bien llena de dinero.
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El frío allí no es ninguna broma, nosotros no tuvimos demasiado, según lo que nos habían contado, y sin embargo todos pasamos frío el día de cumbre a pesar de ir bien preparados, unos buenos calcetines, buenos guantes y un pasamontañas no se te pueden olvidar.
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Antes de ir allí nosotros habíamos hablado con mucha gente que ya había estado, habíamos leído mucho, y siempre cuentan que la bolera y la arista de Les Bosses eran los pasos mas delicados, cosa que si es cierto que son pasos delicados, pero lo que nadie habla es de la trepada de la Bolera al refugio de Gouter, que si bien no es difícil, por la cantidad de gente que transita hace que sea sin lugar a dudas lo más peligroso de la ascensión al Mont Blanc.
Y si no que se lo digan por ejemplo a Juan Antonio Garrido Martínez-Losa de Arnedo (La Rioja), al que queremos desde nuestra Asociación desearle que allí donde se encuentre pueda seguir escalando montañas, que una hora después de cruzarnos con él, por dejar pasar a una cordada se le desprendió la roca a la que estaba sujeto y cayo 300 metros al vacío, mala suerte dirás, ya lo se, le puede pasar a cualquiera y en cualquier montaña- pero de verdad que tanta gente lo hacen más que peligroso.
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Por el tema de dormir en tienda de campaña no te preocupes, fuera de los refugios hay espacio para poner un montón de ellas, eso si, sobre nieve. Y según dice todo el mundo que ha dormido en los refugios, es preferible unos kilitos más en la mochila y dormir algo, pues en los refugios no hay quien duerma debido a que si caben 75 meten a 200.
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Y para finalizar decirte que no subestimes el Mont Blanc, no es difícil pero tampoco fácil. Todas las opiniones y consejos aportados en esta página son personales, de un grupo de 5 personas que han vivido una experiencia y que queda aquí reflejada.
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