ALASKA:
El día comienza con los nervios previos a cualquier momento que se antoja emocionante. Hoy recorreremos el Inside Passage de Alaska, e imaginad el halo de aventura que le da el nombre de Alaska a cualquier cosa, y si además le añadís recorrer una parte de costa y de la zona de fiordos de este lugar…uf! Ni os cuento.
Nos habían recomendado llegar con tres horas de antelación, entendiendo que pasamos de nuevo a Estados Unidos y que suelen ser muy severos con las aduanas decidimos respetar el margen y presentarnos en el puerto del ferry de Alaska en ese horario. El puerto está a unos cinco minutos de Prince Rupert y llegar allí no tiene pérdida.
Al llegar ves que a la derecha hay bastantes vehículos aparcados y a nosotros nos indican ponernos en una cola determinada. Como nos queda tiempo y no sabemos muy bien que hacer nos damos un paseo. Es verdad que hemos visto a una chica con un chaleco reflectante y con poca pinta de turista, pero al ver que simplemente nos indicaba la cola no la hemos prestado demasiada atención. Error!, y luego diremos porqué.
Estábamos en el paseo, disfrutando del tiempo que aún teníamos hasta embarcar. Al poco vemos salir un vehículo con un cartel pegado al parabrisas y nos ha llamado un poco la atención. En nuestro mini paseo nos hemos fijado que están las oficinas de control en el puerto y nos hemos dirigido allí para informarnos, al ver que un hombre entraba con documentación en la mano, preguntarle por la razón y contestarnos que el motivo es recoger la documentación para embarcar, hemos sospechado de inmediato que teníamos que ir a por algún papel, puesto que nosotros traíamos impresas las tarjetas de embarque y estábamos confiados que con eso era suficiente. Error!, Hay que ir a la oficina de embarque que hay en el muelle.
Nos ponemos a la cola y no esperamos mucho. La persona que nos atiende nos pide la documentación, los billetes impresos (obligatorio) y amablemente nos requiere el justificante de la medida de nuestro vehículo. En ese momento nos hemos dicho ¡ups! la chica del chaleco. Vuelta al coche a por el papel con la medida que nos tiene que entregar ella. En cuanto hemos llegado al coche nos ha reconocido porque somos los únicos que no le hemos pedido el famoso papel así que saca una rueda de medir, la coloca en el suelo y en un perfecto inglés nos dice lo que mide. De nuevo vuelta para abajo a entregar el justificante. La gente es muy amable y la atención al público que nos hemos encontrado ha sido hasta ahora buena o muy buena.
Con nuestros boarding pass y el papel que hay que añadir al coche nos ponemos en la cola para pasar el control de aduanas. Como ya hemos pasado el control de inmigración en Nueva York no tenemos ningún problema y el policía es muy amable. Sólo hay que rellenar un cuestionario como el que nos dieron al entrar en Estados Unidos y entregarlo. Te preguntan por tu viaje y de seguido continuas. Tienen ciertas frutas y verduras prohibidas, pero al contrario de lo que se suele oír son bastante permisivos, eso no quiere decir que valga todo. En nuestro caso es verdad que no llevábamos productos no permitidos, pero no nos revisaron el coche.
Pasado el control de aduana, a los 15 metros, otra persona nos explica el barco, sus cubiertas y algunas indicaciones a tener en cuenta, como no olvidarnos de recoger las tarjetas de embarque para poder salir y volver a entrar al barco en el caso de que queramos salir en alguno de los puertos donde atraca. Cuando termina nos dice donde tenemos que colocarnos y allí esperamos a que nos indiquen cuando podemos embarcar.
Cargar un número tan importante de vehículos lleva un tiempo y eso hace que acumulemos cierto retraso, pero no hay prisa. Este trayecto no tiene que llevarnos a ningún otro punto para el cual haga falta correr. Esta parte del viaje es cumplir un sueño que nos apetecía mucho y aunque está la alternativa de la Cassiar Highway para llegar a la zona del Yukón, ésta nos parecía más atractiva.
Una vez embarcados, y antes de partir, comenzamos a curiosear por las cubiertas que nos han indicado. Donde está el comedor, la zona de solárium y de montar tiendas, el restaurante, etc. Es un barco grande, pero no pensemos en un crucero repleto de servicios. Eso sí, para los que viajamos sin cabina o con idea de montar tienda, tiene ciertas comodidades que son muy de agradecer. Como decía tiene zona donde puedes acampar en cubierta, lógicamente te tienes que traer cinta americana o algún tipo de cinta autoadhesiva porque no puedes clavar piquetas.
La cocina tiene microondas lo que te facilita el poder traer comida precocinada y calentarla aquí. Si quieres café simplemente tienes que pagar el primero, una vez que te dan el vaso lo puedes rellenar las veces que tú quieras. La sala de los asientos para dormir donde nos quedamos los que vamos sin cabina es amplia y está bien. La zona de solárium donde se montan las tiendas de campaña tiene al lado una zona cubierta con unos proyectores de calor que facilitan mucho el poder dormir allí.
El viaje por el inside Passage comienza de manera maravillosa ya que tenemos un gran día y el sol nos acompaña. Empezamos por una zona de mar abierta, pero próximos a la costa que no perdemos de vista en ningún momento. En ocasiones pasamos entre zonas de islas que hacen las delicias a la vista. En otro tramo vemos y atravesamos la zona de los Myst Fiords declarados monumento natural.
Un detalle a tener en cuenta es que volvemos a cambiar la hora, en esta ocasión es la hora del Pacífico, una hora menos de la que traemos de Canadá. El primer punto de atraque es Ketchican una localidad en la que estaremos 6 horas. Con tanto tiempo, decidimos bajarnos del barco y darnos un paseo. Merece la pena hacerlo, porque en un principio el pueblo no parece atractivo, pero a medida que te acercas hacia el New Town y el Downtown la cosa cambia. Este último nos ha parecido que tenía encanto, sobre todo el conjunto de casas de Creek Street.
Se trata de una serie de casas de madera construidas sobre pivotes de madera a pie del río. Está muy bien conservado y los colores de los edificios son muy llamativos. El paseo que hay junto al mar también merece la pena. Por último, el detalle de los coches, las matrículas y el conjunto urbano hacen que creamos estar en un reportaje de viajeros.
A las once y media de la noche se reanuda nuestro viaje. Ahora es momento de dormir y descansar un poco. Como hemos comentado elegimos la zona interior de la última cubierta para hacerlo. Como no hay mucha gente no hay problema de espacio y tenemos la ventaja añadida de poder tumbarnos en el suelo sin problema de molestar a nadie o tener que estar pendientes de reservar tu trozo de moqueta.
Como dijéramos ayer a medida que vamos hacia el norte amanece más temprano. No sé a qué hora lo ha hecho hoy, pero sí que a las cuatro de la mañana ya es de día. No somos tan vespertinos y a las cinco salimos a cubierta a ver el espectáculo increíble de encontrarnos entre islas y pareces de roca que formaron parte de los antiguos glaciares de Alaska y que hoy forman este increíble conjunto de fiordos. Ver como el sol inicia su viaje por un horizonte conformado por montañas ha sido un lujo, un auténtico lujo para los sentidos.
No hace excesivo frío y eso ayuda a que el momento se disfrute mucho más al poder hacerlo desde la cubierta, en la proa, mientras disfrutamos de un mar en calma y una escena natural que será difícil que olvidemos. Es de esos momentos filosóficos entre los que piensas como podían llegar hasta aquí los hombres hace doscientos años. Ante lo que me rodea y pensando en aquellos primeros viajeros que llegaron a estas tierras, no puedo dejar de pensar lo difícil y tremendamente duro que tenían que ser esas experiencias.
El primer pueblo en el que atracamos es Wrangel, donde hacemos una parada breve. A partir de aquí los pasos entre las diferentes paredes se estrechan, hasta el punto de tener que pasar por una zona delimitada concreta dentro del fiordo. De derecha a izquierda, siguiendo las boyas que están puestas para poder pasar con seguridad. A medida que avanzamos cada vez más gente nos colocamos en la proa para ver como va sorteando el paso.
El capítulo del avistamiento de fauna marina empieza a partir de Pertersburg. Hemos visto delfines y ballenas. En el caso de las ballenas han sido desde la distancia, pero ver las colas y los resoplidos es un a auténtico lujo. Ha habido dos casos en el que las hemos visto muy cerca, tanto como para ver la silueta del animal frente a nosotros, ese ha sido el momento más especial.
El día ha sido como el de ayer, completamente soleado y dejándonos disfrutar de todo lo que nos rodea. La compañía de la familia murciana ha sido exquisita y el tiempo con ellos se pasa mucho más deprisa.
En Juneau finalmente no hemos bajado. El atraque es a unos quince kilómetros de la capital así que se nos hacía complicado visitarla con tan solo tres horas. Hay que tener en cuenta que necesitamos un transporte que nos lleve y otro que nos traiga. Otra cosa a tener en cuenta es que hay que estar en el barco con un cuarto de hora de margen y que al no ser puntual en las llegadas ya nos ha restado algo de tiempo. Todo esto hace que nos desanimemos porque al final no vamos a disfrutar de la visita.
Tras los trámites pertinentes de cargar y descargar pasajeros, además de los que correspondan por el viaje, salimos de Juneau más o menos puntuales. Aquí el día ayuda a que el nuevo escenario que se presenta ante nosotros se convierta en un recuerdo imborrable. El atardecer adquiere unos colores maravillosos que unidos a que estamos rodeados de montañas y algunas lenguas glaciares componen un escenario soberbio. Intentamos aguantar en cubierta mientras el sol se esconde, a estas alturas del viaje y estando tan al norte la claridad se mantiene y así no perdemos detalle de lo que vamos recorriendo. Pero el cansancio aprieta y aunque queremos mantenernos despiertos, el sueño nos puede.
HAINES:
Tras dos horas de medio dormir nos avisan de que llegamos a Haines. El problema que tenemos es que llegamos a las 3 de la mañana. En el comienzo de la preparación del viaje nos planteamos reservar una noche en algún alojamiento del pueblo, pero vista la hora de llegar y la hora de salida planteada nos decidimos por una zona de acampada para mochileros y ciclistas que hay al sur de Haines, se llama Portage Cove Campground.
La zona no es difícil de encontrar, al salir del barco tomamos la carretera hacia a la izquierda y seguimos dirección Haines. Una vez llegados buscamos el Downtown y nos lleva hasta el puerto. Desde aquí seguimos todo recto y al cabo de unos dos kilómetros nos la encontramos a la izquierda. No se puede aparcar delante, pero cien metros después se puede dejar el coche y llevar las cosas. La zona está equipada con baños, fuente, un césped muy cuidado y unas vistas sobre el canal espectaculares. Son 10 dólares por tienda que hay que dejar junto a una ficha de registro en un tipo buzón. Funciona con el sistema: el primero que llega, el primero que se instala. No hay reservas.
Tras el sueño y con un sol de justicia, nos acercamos a Haines para disfrutar de su conjunto urbano. Empezamos por el que se denomina Fort Seward. Es un conjunto de edificios que se encuentra en lo que ocupaba un antiguo fuerte. La verdad es que merece mucho la pena visitarlo. Hay algunos restaurados y combinan ese sabor histórico con toques de barrio residencial de casas de madera a doble altura. Está muy bien pasear e ir leyendo la información que ofrecen los paneles que hay frente a los edificios más destacados.
A parte de esos edificios hay alguno más que nos van dirigiendo hacia el downtown. De esta parte no hay mucho que destacar, quizá nos sorprende el museo del martillo. No hemos entrado, tampoco ofrece algo atractivo fuera y el edificio parece más una casa particular que un edificio institucional. La despedida la dejamos para la zona del puerto que a estas horas de la mañana y con el sol que tenemos ofrece unas estampas preciosas.
Al salir visitamos la recreación de edificios que hay para escenarios de cine. Aquí se grabó la película Colmillo Blanco de Walt Disney.
Tras esta visita damos por concluida nuestra experiencia por el Inside Pasagge y comenzamos una nueva parte de nuestro viaje hacia el Yukón entre Canadá y Alaska.
Hola sobris,
Que viaje tan fenomenal!!! Los lugares son preciosos, darían ganas de quedarse a vivir por algunos de ellos. Como siempre, una gozada el reportaje hecho por uno de los reporteros mejores del Mundo…
Nos alegramos mucho de todo lo que estáis disfrutando y con vosotros todos nosotros.
Un abrazo enorme y esperamos el siguiente día.
M. Carmen y Juan.